Calle de la Tercia, Centro Histórico de Alcalá de Henares

Calle de la Tercia, Centro Histórico de Alcalá de Henares

A partir de 1129, cuando el rey Alfonso VII donó la recién reconquistada Alcalá de Henares y sus tierras a los arzobispos de Toledo como señorío, comenzó una profunda relación que condicionó la historia de la antigua Complutum a lo largo de los siglos. Una relación que se mantuvo hasta que las Cortes de Cádiz abolieron los señoríos jurídicos y que se plasmó en múltiples aspectos, como los económicos, sociales, jurídicos, patrimoniales, religiosos, culturales o educativos. Este carácter de señorío jurídico no libró a Alcalá de Henares de las obligaciones impositivas contraídas, primero con los reyes castellanos y más tarde con la monarquía hispánica.

Uno de esos impuestos al que estaba obligada Alcalá de Henares fue el de las tercias reales. Una concesión de la Iglesia a la monarquía, que suponía el pago de una parte de los diezmos eclesiásticos que recaudaba. Según el diccionario panhispánico del español jurídico fueron «aportaciones de la Iglesia a las arcas reales, consistentes en las dos novenas partes (tazmías) de los diezmos pagados a la Iglesia, que se reservaba el rey por concesión del papa».

Los suculentos impuestos recaudados por la Iglesia se convirtieron en un importante recurso para la hacienda real, aunque no fue hasta el reinado de Fernando III cuando el papado concedió a la corona el derecho de cobrar, aunque sólo de forma temporal, este impuesto. Más tarde, hacia 1274 y en época de Alfonso X, se reafirma esta concesión, que tuvo carácter definitivo durante el reinado de los Reyes Católicos.

¿Donde se recaudaba ese impuesto? Seguro que se han encontrado más de una vez con pueblos, villas o ciudades donde todavía queda el recuerdo de este impuesto en casas o calles que reciben el nombre de «la Tercia». El pago de las tercias reales podía ser en especie (productos agrícolas) o en moneda y se convirtieron en una parte importante del sistema impositivo del Antiguo Régimen. Fueron esenciales para la hacienda del reino hasta al menos el siglo XVIII, aunque poco a poco fueron perdiendo valor, hasta el punto de que la corona llegó a enajenar parte de lo recaudado por las tercias para conseguir liquidez.

Por tanto, es fácil deducir la razón del nombre de la calle que nace junto a la ermita de santa Lucía y muy cerca de la Catedral Magistral. En este lugar se encontró nuestra casa de la Tercia, un lugar vinculado a la recaudación de impuestos y a la relación de Alcalá de Henares con el arzobispado de Toledo.

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