La casa de los Lizana, un bello edificio renacentista de Alcalá de Henares

En la calle de la Victoria hay una casa que conserva una de las portadas más bellas de Alcalá de Henares. Un símbolo de cómo se entendía el arte a principios del siglo XVI: estéticamente armónico, de líneas claras y sencillas, pero decorado con grandeza, aportando riqueza con medallones a la romana, columnas decoradas y formas propias del Renacimiento que en España acabamos llamando arte plateresco. La portada es de dos plantas: la primera tiene puerta adintelada entre columnas jónicas adosadas y la segunda, también entre columnas, se compone de ventana central sostenida por leones encadenados y coronada por un frontón curvo, en cuyo tímpano aparece un escudete sin blasón sujetado por dos ángeles. Y en el dintel, un bello escudo. Una maravilla que a lo largo de la larga y cambiante historia del edificio se ha mantenido con toda su belleza.

El edificio nació, posiblemente a finales del siglo XV, como palacio de doña Juana de Mendoza, perteneciente a la importante estirpe de los duques del Infantado. A veces estas grandes casas eran cedidas por la nobleza para fines religiosos, como así ocurrió con el palacio de doña Juana, convertido en convento de dominicas, dedicado a Santa Catalina, hasta el año 1601. Tras el traslado del convento a otro palacio de los Mendoza en la actual calle Empecinado (donde siguen las monjas), el edificio acabó siendo un colegio universitario, fundado en 1607 por el racionero de la Catedral de Sevilla, don Lucas González de Alcides (o de Miedes, según el marqués de Ciadoncha). Su nombre fue el de Colegio Menor de las Santas Justa y Rufina, aunque se conoció popularmente como de los sevillanos o «los Rufinos».

Las constituciones establecieron que la fundación fuera para 12 estudiantes sevillanos que debían estudiar Teología y Cánones. Posiblemente eran demasiados para las pocas rentas del colegio y así la pobreza siempre les acompañó, aunque con dignidad, hasta la reforma universitaria de finales del siglo XVIII, que obligó a incorporar este colegio al de Santa Catalina o de los Verdes. Se conservan libros de claustros que van desde 1663 a 1757. El escudo de la portada puede pertenecer al fundador del colegio.

La invasión francesa produjo daños en el edificio, que acabó siendo adquirido por los Lizana, conociéndose desde entonces por el nombre de esta familia. Posteriormente se convirtió en casa de vecindad, y hasta llegó a contar con una popular tienda de comestibles o ultramarinos.

Poco a poco su ruina fue a más, conservando poco de su primitivo interior en torno a un patio, hasta que lo adquirió el Ayuntamiento de Alcalá con la intención de reconstruirlo y dedicarlo a residencia de invitados ilustres, con un proyecto, diseñado entre los años 1989 y 1990, por el arquitecto Fernando Contreras Gayoso. Una buena idea que no se llevó a cabo. Ya entrado el siglo XXI, se retomaron las obras, aunque pensando en un uso completamente diferente: sede de diferentes organismos municipales de gestión económica, como Alcalá Desarrollo, función que mantiene en la actualidad. Se conservó una interesante cueva, la primera crujía, algunos alfarjes y muros originales, pero sobre todo la gran fachada, conservada con una ligera inclinación hacia adelante, y su bella portada plateresca.

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