Diego de Pantoja o Shunyang Diwo Pang, un jesuita del siglo XVI en China

Diego de Pantoja o Shunyang Diwo Pang, un jesuita del siglo XVI en China

La Compañía de Jesús estaba en plena expansión, poco a poco se iba convirtiendo en la referencia del dogma cristiano nacido de la Contrarreforma y su forma de transmitir el cristianismo se sentía como un modelo de evangelización. El mundo se abría a los misioneros jesuitas como una gran posibilidad de propagar la doctrina cristiana a través de las ideas nacidas de  su fundador, Ignacio de Loyola. Se fundaron muchos colegios en España y en otros países; el objetivo era la formación de los futuros miembros de la Compañía. En 1546, se puso en marcha en Alcalá de Henares el que sería el Colegio Máximo de la Compañía en la provincia jesuítica de Toledo; en 1566, se fundó la Casa Profesa de Toledo,… cada vez más fundaciones con el objetivo de afianzar la doctrina ignaciana.

En este contexto, un joven nacido en Valemoro en 1571, villa perteneciente al arzobispado de Toledo, fue enviado por su familia, una de las más importantes de la su villa natal, a estudiar a Alcalá de Henares. Fue allí donde Diego de Pantoja, con tan solo 14 años, tuvo sus primeros contactos con la cada vez más influyente Compañía de Jesús. Luego llegó la época de novicio (en torno a 1589) en Villarejo de Fuentes y posteriormente los estudios en el colegio de la Compañía en Ocaña y luego de nuevo en Alcalá de Henares.

En Alcalá de Henares cambió su vida. Gracias al jesuita Luis de Guzmán conoció el esfuerzo de la Compañía por evangelizar en India, China y Japón. Y digamos que se obsesionó con China, sintió como héroes a Juan González de Mendoza, a Martín de Rada, a Juan Cobo… Ejemplos que acabaron de convencerlo en su decisión de viajar a aquel lejano país.

Pero no les estoy hablando sólo de un religioso español de la Compañía de Jesús, su vida, su obra, su forma de actuar y hasta de vestir le acabaron convirtiendo en uno de los más importantes representantes de la cultura china de los siglos XVI y XVII. Su nombre en chino, Shunyang Diwo Pang, es hoy una referencia clásica para la historia del país oriental.

Apoyado por el superior jesuita de Alcalá de Henares Luis de Guzmán, y tras ser ordenado sacerdote, embarcó en abril de 1596 en Lisboa, junto con otros dieciocho jesuitas, con destino a Goa (India), por aquel entonces colonia portuguesa. Llegaron en octubre del mismo año y, tras unos meses de espera, embarcaron hacia Macao en abril de 1597, donde llegaron en el mes de julio.

Allí siguió su formación y demostró sus muchas y brillantes capacidades intelectuales. En 1600, se unió al también jesuita Mateo Ricci, con el objetivo de llegar nada menos que a Pekín. En 1601, estaban en una de las ciudades más desconocidas y fascinantes de Oriente. Se tuvieron que ganar la confianza de la élite aristocrática china y lo hicieron de la mejor manera posible: demostrando sus grandes conocimientos científicos, técnicos, literarios y hasta musicales. Hicieron algo, además, imprescindible a la hora de entender e integrarse en una cultura diferente: se adaptaron a las costumbres chinas, a su forma de vivir, de vestir, a su lengua. Buscaron la mejor manera de trasmitir el cristianismo en una sociedad nada receptiva a las nuevas ideas. Idearon llegar a la idea de Cristo a través de las de los grandes filósofos y teólogos chinos, como Confucio. Las relaciones de Ricci y Pantoja fueron buenas, aunque por diferentes cartas se conoce que a veces había enfrentamientos nacidos del excesivo empeño de Diego en integrarse y asimilar la cultura china.

Ricci y Pantoja llegaron a contar con la amistad del enigmático e inaccesible emperador Wanli. Diego enseñó música, reformó el calendario chino, hizo planos y enseñó la técnica de algo que llamó mucho la atención de la sociedad china: el arte de hacer relojes. Una proeza que rompió las murallas de una de las ciudades más herméticas del mundo.

Tras la muerte de su compañero Mateo Ricci en 1610, comenzaron los problemas, acentuados por las crisis políticas chinas. Diego consiguió que el emperador Wanli permitiera el entierro de Ricci en Pekín, algo inimaginable hasta la época (estaba prohibido el enterramiento de extranjeros en la ciudad), pero la situación fue a peor y en 1617 se decretó la expulsión de los jesuitas de China. Diego de Pantoja, o mejor, Shunyang Diwo Pang, salió hacia Macao, donde murió en 1618.

Escribió al menos siete obras en chino mandarín. Es, además, uno de los máximos representantes de la política de adaptación llevada a cabo por la Compañía de Jesús, según la cual el cristianismo se debía difundir a partir de asimilar las culturas de otros pueblos.

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