“¡Quiero hacer saber que solo me moví por haber oído a un mi compañero natural de la famosa  Compluto  tantos lores de su río tan, maravillosos cuentos de la tierra, y tantas alabanzas de la hermosura de las damas y cortesanía y discreción de galanes que parece que naturalmente me incline  a escribir en mi grosera prosa  y mal limados versos  cuanto en las fiestas del  verano, este mi compañero me contaba.”

Con este texto del prólogo de su obra, «Primera parte de las Ninfas y Pastores del Henares», Bernardo González de Bobadilla dejó claro el motivo por el que decidió situar la acción de su obra pastoril en las alcalaínas riberas de nuestro famoso río. Como él mismo reconoce, nunca estuvo en Alcalá de Henares, pero le bastó que un amigo complutense le hablara de las maravillas de esta tierra para que decidiera escribir sobre ella a través de una novela.

Eso sí, una novela no demasiado conseguida, puede que una mala novela pastoril, repetidora de formas estilísticas y de tópicos de la época, que aporta poco y que en general sólo tuvo y tiene el valor de haber descrito aquel idealizado mundo de las riberas del Henares.

Bernardo González de Bobadilla era canario, aunque no se sabe de qué isla. Se le ha querido relacionar con Beatriz de Bobadilla, señora de La Gomera, noble castellana que se dice llegó a tener amoríos con Cristóbal Colón durante sus paradas en La Gomera.

Estudió en Salamanca y, en su etapa de estudiante, inspirado por los relatos que le contaba su amigo, decidió hacer un homenaje en forma literaria a la antigua Complutum. La obra, publicada en Alcalá de Henares (imprenta de  Juan Gracián) en 1587 fue la primera y puede que la única que salió de la pluma de Bernardo. Se divide en seis libros, donde se repiten los tópicos pastoriles, aunque en algunos fragmentos se dejó llevar por la épico y la emoción, percibiéndose la apasionada admiración del canario por la obra del gran Ludovico Ariosto.

Pero a nuestro gran Miguel de Cervantes no le gustó la obra de Bernardo González de Bobadilla y la condenó al infierno de la mala literatura casi para la eternidad. En el escrutinio que el curo hizo en la biblioteca de Don Quijote, «Ninfas y pastores de Henares» es mandada a la hoguera sin más justificación que la de ser una mala obra literaria.

En fin, un autor casi desconocido y una obra menor, pero que al menos dejó constancia de la fama y la belleza de nuestra ciudad en el Siglo de Oro.

Y si quieres leer la obra:

Primera parte de las Ninfas y Pastores del Henares

 

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