La lonja de la Catedral Magistral de Alcalá de Henares

La lonja de la Catedral Magistral de Alcalá de Henares

Hay espacios que, aunque menos monumentales, guardan secretos de una historia que en su momento tuvo que ser apasionante. Personas que vivieron al comienzo de la era cristiana y que convirtieron algunos lugares en el símbolo de sus ideas y su lucha. Uno de ellos es el sencillo espacio de la lonja de nuestra Catedral Magistral.

En torno al principal templo de Alcalá de Henares se han ido encontrando, y puede que aún haya más, restos de diferentes épocas históricas. Un ejemplo lo tenemos en la actual calle del Empecinado, tras el ábside de la iglesia, donde apareció arqueológico relacionado con el uso agrícola de este zona en torno al siglo V.

La lonja se adorna en la actualidad con la figura del Cardenal Cisneros, que reconstruyó la antigua Colegiata de Carrillo de Acuña y la consiguió elevar al título de Magistral. El aspecto que conserva se debe al siglo XVII, cuando, acabada la torre, se construyó en la entrada al templo la actual lonja de columnas cerrada con una verja. Pero como decía, este pequeño espacio encierra una gran historia. Diferentes excavaciones arqueológicas aportan datos sobre la existencia de edificaciones que podrían datarse entre los siglos I y III. ¿Qué uso se le dio a estos edificios? Quizá agrícola, administrativo o religioso, debido principalmente a estar situados junto a una de las vías de comunicación más importantes de Hispania, la que unía Emérita Augusta (Mérida) con Cesaraugusta (Zaragorza).

Más tarde, en el siglo IV, es cuando el espacio adquiere una gran fuerza simbólica para la ciudad de Complutum. Los edictos de Diocleciano, la persecución cristiana, los martirios, Justo y Pastor. Un momento decisivo que va a suponer un cambio fundamental en la sociedad romana complutense. El praeses Daciano mandó decapitar junto a este lugar a los dos pequeños complutenses, dando origen a una historia, leyenda, culto religioso y tradición cultural que llega hasta nuestros días.

El cristianismo contó con numerosos seguidores en los principales núcleos de población romanos. Este es el caso de Complutum, una de las grandes ciudades de Hispania, cuya importancia quedó confirmada pronto por el auge del culto cristiano a Justo y Pastor, atestiguado por hechos como el enterramiento, a finales del siglo IV, de Celso, hijo de Paulino de Nola, junto al que se consideraba el lugar del martirio en la ciudad complutense

De aquella época no queda mucho. El entorno de la lonja ha cambiado profundamente. Son interesantes los restos aparecidos al sur de la entrada a la iglesia, casi en frente de la ermita de Santa Lucía, que parecen corresponder a la época del Cardenal de Cisneros. Pueden ser parte de un edificio relacionado con los necesidades religiosas o administrativas del templo. Muy anteriores son los restos encontrados en las calles cercanas a la lonja: un curioso silo, posiblemente anterior al siglo V, reutilizado como vertedero, en la calle de las Vaqueras; un vertedero romano (siglo V) en la calle de las Damas; restos de edificaciones romanas en el interior del templo…

Lo que parece claro es que se puede hablar de una importante ocupación de la zona a partir del siglo IV, motivada por el culto a Justo y Pastor, en el que se denominó Campo Laudable.

La llegada de los pueblos del Norte de Europa cambió en apariencia mucho, pero en realidad casi todo siguió igual. Los visigodos, tras su conversión al cristianismo, asentaron los viejos cultos y los potenciaron, entre ellos el de Justo y Pastor. Han aparecido cimientos de edificaciones visigodas en la calle de los Seises y de la Tercia, además de veinte enterramientos, dieciocho en la calle de la Victoria y dos más en la de la Tercia, asociados al cultos de los mártires complutenses. Además, se han encontrado restos de un posible trazado urbano en torno al lugar del martirio, lo que hablaría del paulatino abandono de la Complutum antigua y la aparición de un nuevo asentamiento potenciado por la creación del obispado complutense. Dice San Ildefonso, pero es difícil de comprobar, que a principios del siglo V el obispo de Toledo Asturio crea la sede episcopal de Complutum. Lo cierto es que no es hasta finales del siglo VI cuando se tiene constancia de un obispo complutense llamado Novelo.

Un nuevo burgo o ciudad nació en torno al lugar de martirio de Justo y Pastor. El templo catedralicio, construido sobre la antigua «cella martyrum» (actual cripta) contaría con su palacio episcopal y otras edificaciones anexas, como prueban los restos encontrados bajo la Sala Capitular y la capilla del Tránsito.

En el siglo VIII  el reino visigodo español cayó ante las tropas musulmanas. Prácticamente toda la península se convirtió al islán, pero este hecho no significó la desaparición del cristianismo. Grupos de mozárabes permanecieron fieles a su religión y mantuvieron sus obispados, como el complutense. Se sabe que en 858 el obispo de Complutum Venerio hospedó a a San Eulogio en la ciudad.  El castillo de Alcalá será el centro de una nueva ciudad, pero permaneció el núcleo urbano desarrollado en torno al lugar del martirio de los Santos Niños, como prueban los restos de cerámica mozárabe encontrados en la calle de los Seises.

La lonja de la Catedral Magistral de Alcalá de Henares tras la Reconquista

Tras la reconquista cristiana en el siglo XI y la donación de Alcalá y sus tierras a los arzobispos de Toledo por parte de Alfonso VII la historia de la ciudad cambió definitivamente.  Permanecía, en torno al antiguo Campo Laudable, un núcleo de población cristiano que sirvió de base para la creación de la nueva ciudad cristiana perteneciente a la mitra toledana. Habiendo perdido el carácter de sede episcopal a favor de Toledo, la iglesia de Justo y Pastor se convirtió en parroquia y, como era normal, junto a ello se creó una necrópolis que se corresponde con los restos encontrados en la actual lonja del templo.

El arzobispo Pedro Tenorio (1376-1390) cambió y mejoró muchas cosas en su villa de Alcalá de Henares, como por ejemplo la de potenciar urbanística y comercialmente la calle Mayor. También eliminó el antiguo cementerio de la lonja de la iglesia de los Santos Niños y lo cubrió con un pavimente a base de cantos rodados y fragmentos de teja, ladrillo y piedra caliza.

Durante el arzobispado de Alonso Carrillo de Acuña (1146-1482) se reconstruyó casi por completo el templo de Justo y Pastor. Se cambió y reforzó el pavimento de la lonja y se elevó la iglesia al título de Colegiata.

Lo que vino después fue obra, entre finales del siglo XV y principios del XVI, del Cardenal Cisneros.

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