Francisco Javier de la Huerta y Vega, un polémico alcalaíno del S. XVIII

Francisco Javier Manuel de la Huerta y Vega fue un polémico intelectual y sacerdote alcalaíno del siglo XVIII. Con un carácter que oscilaba entre el narcisismo, la necesidad constante de la controversia y el afán de notoriedad, pasó a la historia como un hombre difícil en el contexto de los primeros años de la Ilustración dieciochesca en España. Pero al fin y al cabo, un hombre de carácter y muy seguro de sí mismo, que acababa logrando casi siempre lo que se proponía.

Nació en Alcalá de Henares en 1697, llegó a doctorarse en Cánones por la universidad de nuestra ciudad, de la que también fue profesor, y acabó siendo Vicario General de Alcalá de Henares tras ordenarse sacerdote en Toledo. Murió en Madrid en 1752.

Pero sobre todo, fue famoso en los círculos intelectuales españoles por protagonizar muchos escándalos, a los que sin duda debió ser muy aficionado. Aquí les paso a detallar algunos de ellos:

  • 1736-1737. El escándalo de no respetar el trabajo intelectual ajeno. Francisco Javier Manuel de la Huerta estaba en Madrid haciendo gala de su título de cronista del reino de Galicia (región donde llegó a tener importantes cargos eclesiásticos, además de protagonizar algunos escándalos derivados de su incontrolable necesidad de inmiscuirse en asuntos que estaban lejos de afectarle). Gracias a su carácter, se introdujo con cierta facilidad en los ambientes intelectuales de la Corte. Y como hombre activo que era, puso dinero y ganas y acabó siendo cofundador del Diario de los Literatos de España. Su aceptación en la Corte subió como la espuma y comenzó a conseguir honores y parabienes, como los de ser nombrado miembro de la Academia de la Historia (1736) y miembro no numerario de la Real Academia Española de la Lengua (1737). Y como le podía más su necesidad de notoriedad que la de ceñirse a la sana controversia intelectual, no dudó en apañar un escrito del marques de Mondéjar en el citado diario, circunstancia que derivó en su expulsión de la publicación y en un gran escándalo.
  • – 1738. El escándalo del plagio. Fue acusado, y con razón, de plagio y de utilizar su condición de «historiador» para su propio aprovechamiento ideológico y personal. Un gran escándalo que incluso fue apoyado o permitido por la Academia de la Historia y que le enfrentó a figuras tan importantes como el gran intelectual ilustrado Gregorio Mayans. No tuvo otra ocurrencia que forzar a la Academia a que le permitiera ser el autor del primer volumen de la publicación titulada «España Primitiva». Francisco Javier se dedicó a plagiar a falsos cronicones y autores en nada rigurosos, utilizando su posición para crear una errática argumentación histórica que vinculaba a la monarquía hispánica nada menos que con los tiempos bíblicos. Los intelectuales más serios montaron en cólera, acunsándole incluso de ultraje a la Corona debido a la dedicatoria al Rey que precedía a la citada publicación. Un escándalo mayúsculo en la época que enfadó a la Corona con todos, que afectó a Mayans y que acabó con Francisco Javier en Alemania (1741) a las órdenes del conde de Montijo.

1746-1747. El escándalo del nepotismo y las influencias en el poder. Su papel de ayudante del conde de Montijo acabó por provocar lo que sin duda él esperaba: volver a contar en los ambientes cortesanos de Madrid. Volvió a España en 1744 y poco después «la vida» le otorgó unos cuantos regalos: en 1746, fue nombrado académico numerario de la Real Academia Española de la Lengua y en 1747, nada menos que censor de la Academia de la Historia, donde parece que ya habían olvidado sus fallos a la hora del rigor intelectual e histórico.

En fin, un ilustrado, al menos en apariencia, que en vez de centrar sus esfuerzos en el progreso intelectual, los centró en ascender por el confuso y competitivo mundo del poder.

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