Sebastián de la Plaza, alarife y veedor de Alcalá de Henares

Sebastián de la Plaza fue una de los más importantes artífices de nuestra ciudad barroca, y lo fue desde un papel que en un principio parecería secundario, a las órdenes de más o menos reconocidos arquitectos, pero siempre a pie de obra, dirigiendo, controlando y hasta modificando lo necesario.

Nació en Alcalá de Henares en 1573 y vio crecer de manera magnífica una ciudad que se desarrollaba como un gran y novedoso centro universitario. La institución docente trajo a Alcalá de Henares un nuevo urbanismo y la necesidad de servicios modernos y adecuados a las necesidades que iban surgiendo. Un novedoso modelo se fue instalando en la antigua Complutum, transformado la ciudad en lo que la Unesco valoro en 1998 como el primer Modelo de Ciudad Universitaria de la Edad Moderna.

Sebastián de la Plaza jugó un gran papel en aquella ciudad que crecía y se engrandecía. Tuvo un señalado cargo municipal: veedor, (en palabras del diccionario de la Real Academia de la Lengua «encargado por oficio, en las ciudades o villas, de reconocer si son conformes a la ley u ordenanza las obras de cualquier gremio u oficinas de bastimentos»), además de alarife o maestro de obras. Desde su papel de responsabilidad y control, participó en muchas de las grandes obras del barroco complutense, como el convento de monjas cistercienses de San Bernardo, el colegio de San Ciriaco y Santa Paula o de Málaga (ambas obras de Juan Gómez de Mora), el colegio de San José de los Caracciolos o el colegio convento de mínimos de Nuestra Señora de la Victoria, aunque es muy probable que muchas otras estuvieran bajo su supervisión.

Además, en 1615 fue nombrado alarife del colegio mayor de San Ildefonso, por lo que es casi seguro que estuviera bajo su supervisión una de las grandes obras de Juan Gómez de Mora en Alcalá de Henares: el patio de Santo Tomás de Villanueva. También colaboró directamente con el cabildo de la Magistral de los Santos Niños en las diferentes obras desarrolladas en la primera mitad del siglo XVII en el templo de los Santos Niños.

A lo largo de su vida seguro que se tuvo que enfrentar a muchos retos y problemas, alguno de los cuales tuvo que acabar con su paciencia. Uno de ellos fue el que protagonizaron el colegio Málaga y el Real Colegio de San Agustín. En un documento de 17 de enero de 1628, se dice lo siguiente: «escrituras de concierto entre el colegio de Málaga de Alcalá de Henares y Sebastián de la Plaza, maestro de obras de albañilería de la villa de Alcalá, para levantar las tapias para la división de corrales entre ambos colegios» (el segundo colegio en cuestión era el de San Agustín). La obra trajo muchos problemas derivados de la confrontación entre ambos colegios, lo que motivo la renuncia del alarife alcalaíno a realizar la obra, como se indica en otro documento de 1 de julio de 1630: «Renuncia de Sebastián de la Plaza a ejecutar la obra de las tapias de división del colegio de Málaga de Alcalá de Henares y el de San Agustín, que tenía concertada y licencia que da para que la pueda hacer cualquier otro» (ambos documentos en el Archivo Histórico Nacional).

Una vida llena de proyectos, algunos sinsabores y bastantes satisfacciones, aunque siempre se haya visto su papel injustamente como el de un secundario en la arquitectura y el urbanismo de su época. Sebastián de la Plaza murió en Alcalá de Henares en 1643 y fue enterrado en la iglesia del colegio convento del carmelitas calzados, actual Escuela de Arquitectura de la Universidad de Alcalá de Henares.

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