Pedro de Alcalá y el Arte para ligeramente saber la lengua Arauiga
Es posible que naciera en Alcalá de Henares hacia 1455, aunque se sabe tan poco de Pedro de Alcalá que incluso se pone en duda su lugar de origen. Intelectual renacentista, filólogo, arabista, historiador y religioso, fraile de la Orden de San Jerónimo y confesor del primer arzobispo de Granada, fray Hernando de Talavera. Esta última circunstancia es importante, debido fundamentalmente a la manera de interpretar el primer arzobispo granadino cómo integrar y atraer a los habitantes musulmanes de la ciudad. Tras la conquista cristiana, en un principio se trató de estimular el entendimiento con la población morisca, eso sí, con el objetivo de «sacar a esta gente de las tiniebras…». Y está claro que para conseguir estos objetivos, lo primero y fundamental era entenderse. A esa labor volcó sus esfuerzos fray Hernando de Talavera y en este contexto es donde sobresale la participación de Pedro de Alcalá.
Gracias al «Arte para ligeramente saber la lengua Arauiga (…)», con una gramática del árabe y un catecismo de la doctrina cristiana, y al «Vocabulista arauigo en letra castellana (…), primer diccionario árabe-español-árabe, Pedro de Alcalá proporciona al arzobispo un instrumento muy valioso para conseguir que vencedores y vencidos pudieran llegar a entenderse, posibilitando que los unos y los otros respectivamente tuvieran el conocimiento, aunque fuera rudimentario, de las lenguas castellana y árabe.
Las obras, que ya estaban listas en 1501, tardaron en publicarse debido a la falta de caracteres árabes en las imprentas. En 1504 el impresor Juan de Varela llegó a Granada con los nuevos tipos, lo que hizo que ambos volúmenes estuvieran publicados a principios de 1505.
El trabajo está considerado el primer libro del mundo impreso donde aparecen caracteres árabes y su gran rigurosidad en lo que se refiere al conocimiento del árabe ha hecho incluso pensar que el autor pudiera ser de origen morisco, aunque él dé a entender que esto no es así. Esta magnífica obra ayudó en lo que pudo a mantener una cierta tranquilidad social en el reino de Granada, llegando Pedro de Alcalá a contar con la confianza de los musulmanes, quienes le acabaron apodando «el santo». La estrategia del arzobispo Hernando de Talavera no funcionó, no había muchas conversiones y había prisa. La historia cambió al poco tiempo con la llegada a Granada del Cardenal Cisneros.
Pedro de Alcalá y el Arte para ligeramente saber la lengua Arauiga
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