La reconstrucción del Palacio Arzobispal de Alcalá de Henares
La reconstrucción del Palacio Arzobispal de Alcalá de Henares
En el número 29 (1944, páginas 168 a 188) de la Revista Nacional de Arquitectura, el arquitecto Rodolfo García-Pablos González-Quijano explica su propuesta de reconstrucción del antiguo Palacio Arzobispal de Alcalá de Henares tras el terrible incendio de agosto de 1939. La idea era convertirlo, tras la devolución del edificio a la Iglesia, en el Seminario Menor del entonces obispado de Madrid Alcalá.
García-Pablos habla de la historia del gran conjunto palaciego desde sus orígenes medievales hasta el incendio de 1939, del estado de conservación de las ruinas en 1944 y de su proyecto de reconstrucción parcial. Un trabajo que no deja de ser riguroso, pero en el que se percibe un tono amargo, de derrota ante la inevitable pérdida de una gran joya de la arquitectura española. Su propuesta es práctica, sincera con una arquitectura sobria que no pretende recrear ni recuperar lo perdido; sólo se trataba de dar vida a un edificio nuevo utilizando como magnífica excusa el caparazón de algunas de las fachadas conservadas del antiguo.
El Palacio Arzobispal resurgió diferente, con finalidades y usos también distintos, un edificio sólido y funcional, austero, pero posiblemente perfecto para su nueva función como seminario.
Puede que se desaprovechara la ocasión para reconstruir el gran monumento, pero al menos el arquitecto, cuya única misión era la de crear un edificio con una finalidad concreta, fue sincero y desarrolló un proyecto en el que conservó lo que pudo y como pudo. Lo que no se justifica es el abandono y la destrucción de zonas muy dañadas pero bastante bien conservadas, como la fachada del Ave María o el torreón y arco de estilo mudéjar que cerraban el ala oeste del patio de armas del palacio. En todo caso, corresponde a las futuras generaciones volver a recuperar o imaginar este gran palacio que, al menos en parte, sigue existiendo. Cómo, con qué criterios, ya se verá, aunque lo cierto, y aunque sólo sea un sueño, sería increíble volver a experimentar la sensación de entrar al gran patio renacentista de Fonseca o la de maravillarse ante la exuberante grandiosidad del Salón de Concilios.
En palabras de García-Pablos:
«A consecuencia de la catástrofe que produjo él incendio de 1939, de tan fantásticas proporciones, la impresión que produce al que contempla por primera vez lo que fue el
gran monumento es francamente aterradora. Uno de los planos que forman parte de la documentación gráfica del proyecto que hemos redactado, levantado escrupulosamente sobre el terreno, refleja ya por sí mismo la magnitud del accidente. Se completa el estudio gráfico antes citado con una información fotográfica que, en correspondencia con él, sirve para darnos una cabal idea del estado del edificio al hacernos cargo del mismo. Pensamos, pues, que con el plano general del estado actual, donde hemos marcado los principales puntos de vista, que corresponden a la información fotográfica, y con una descripción del estado en que se encuentran las diversas zonas del edificio, quedará perfectamente señalado el punto de partida que justificará nuestro proyecto».
«Cuando nos fue encargado por el Excmo. y Rvdmo. señor Obispo de la Diócesis la redacción de un proyecto para instalar en él el Seminario Menor de Alcalá de Henares, y en los terrenos del Palacio de los Arzobispos, nos dimos cuenta de la gran responsabilidad que sobre nosotros recaía al determinar el emplazamiento que habría de tener el edificio. Como consecuencia de la gran catástrofe, que ya hemos explicado en el capítulo referente a la descripción del estado actual, dos soluciones totalmente distintas podrían
proponerse, y así lo comunicábamos al Sr. Obispo, indicando las ventajas e inconvenientes que encontrábamos en ambas. Y las soluciones que apuntábamos, en resumen, eran éstas:
1.Edificio de nueva planta, emplazado al Oeste del conjunto de ruinas e inmediato a él.
2.Edificio aprovechando la zona salvada de máxima representación, reconstruyendo el Palacio parcialmente y adaptándolo para el fin propuesto.
En la primera solución, indudablemente la más cómoda y sencilla y quizá también la más rápida, encontrábamos el gravísimo inconveniente de que, en esta oportunidad, se dejaba en abandono completo las zonas de gran valor que, en estado de ruina, tenía el antiguo monumento.
En la segunda solución, por el contrario, resolveríamos a un mismo tiempo los dos problemas de reconstrucción parcial de lo que subsistía del antiguo conjunto y la instalación del nuevo Seminario en estas zonas reconstruidas.
No quisimos, sin embargo, tomar una determinación completa sin solicitar consejos de compañeros especializados en esta clase de trabajos, a quienes nunca agradeceremos bastante los que nos dieron; y solamente así, al coincidir con nuestros deseos y planes, fue cuando propusimos concretamente la segunda solución, en informe dirigido al Excmo. Sr. Obispo, que aceptó nuestra proposición con entusiasmo».