Alcalá de Henares, protagonista de la política medieval castellana

La estancia de monarcas en Alcalá de Henares fue constante durante la Edad Media, llegándose incluso a dar el caso de la muerte del rey Juan I junto a la puerta de Burgos. Cuando intentaba lucirse como jinete ante soldados norteafricanos conocidos como farfanes cayó del caballo, muriendo y provocando una de las más graves crisis políticas de la época. El arzobispo de Toledo Pedro Tenorio (1377-1399) ocultó la situación hasta poder restablecer la sucesión dinástica en Enrique III, que cuando se produjo el accidente tenía sólo 11 años.

La celebración de concilios y reuniones religiosas fue constante en Alcalá de Henares, tomándose decisiones transcendentales para la historia de Castilla, como el no reconocimiento al cismático papa Benedicto XIII en el año 1398, bajo la presencia del arzobispo Tenorio y del rey Enrique III.

Otras visitas reales tuvieron objetivos de orden político. En el año 1309, Fernando IV, rey de Castilla, y Jaime II, rey de Aragón, se reunieron en la villa medieval para repartirse la reconquista de Al-Andalus, en el que es conocido por los historiadores como «Tratado de Alcalá».

Tras la muerte del arzobispo de Toledo Jimeno de Luna (1328-1338) (primer arzobispo fallecido en su señorío de Alcalá de Henares), su sucesor y sobrino, el arzobispo Gil Álvarez de Albornoz (1338-1350), convenció a Alfonso XI para que celebrara en 1348 Cortes Generales de Castilla en Alcalá. De este trascendental encuentro saldrá el «Ordenamiento de Alcalá», uno de los pilares de la justicia de Castilla. Este conjunto de leyes estableció el orden de relación de fuentes que sustentaban el sistema jurídico castellano, dando entrada oficialmente a las Partidas de Alfonso X (1256-1265) como base del Derecho oficial. Dadas las limitaciones que introdujo en la aplicación de los fueros municipales y su brevedad y concisión, puede decirse que, a partir de la entrada en vigor de este ordenamiento, el gran monumento del Derecho que son las Partidas adquieren vigencia oficial, prolongándose dicha vigencia hasta la promulgación del Código Civil (1889), aunque de hecho aún hoy sigan teniendo valor legal, siempre que no entren en conflicto con leyes posteriores. Con este acontecimiento, Gil Alvarez de Albornoz consiguió transformar su villa medieval en un centro político y administrativo de primer orden.

Y por último, uno de los acontecimientos históricos más importantes para la historia de la ciudad, sobre todo pensando en su futuro universitario a partir de la fundación del cardenal Cisneros, fue la firma en Valladolid, el 20 de mayo de 1293, de la concesión para fundar Estudios Generales en Alcalá de Henares, privilegio otorgado por Sancho IV «el Bravo» a petición del arzobispo Gonzalo García Gudiel (1280-1299). Estudios, eso sí, de corta vida y de difícil ubicación. Parece ser que pudieron situarse en torno a la plaza de la Victoria, muy cerca la iglesia de los Santos Niños. Su relación con la principal iglesia complutense hace pensar en estudios nacidos para satisfacer sus necesidades formativas y que en ningún caso tuvieron un carácter plenamente universitario. Lo cierto es que sirvieron de base, o justificación, para el establecimiento de nuevos estudios en la ciudad: primero, con las cátedras creadas por el arzobispo Carrillo de Acuña (1446-1482) en el monasterio de Santa María de Jesús y después, con la fundación cisneriana de 1499.

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