Francisco Villanueva y el primer colegio de los jesuitas, Alcalá de Henares
Un seguidor de Ignacio de Loyola, un hombre fundamental en el afianzamiento y desarrollo de la Compañía de Jesús en Alcalá de Henares. Francisco Villanueva no era alcalaíno, pero su vinculación con la ciudad llegó a ser casi completa.
Había nacido en la localidad cacereña de Villanueva de la Vera en 1509. Fue educado en un ambiente muy religioso, aprendiendo a leer y escribir gracias a haber ocupado oficios menores en localidades de su tierra natal, como el de sacristán.
Conoció a Ignacio de Loyola y su vida quedó marcada para siempre por la ideas y el ímpetu del fundador de la Compañía de Jesús. Tras asistir a unos ejercicios espirituales a cargo de Ignacio de Loyola, ingresó en la Compañía en 1541. Como novicio ejerció labores menores en el ámbito de la organización interna de la Orden (cocina, etc.).
Pasó por el colegio de Coimbra, más tarde quiso ir como peregrino a Roma, pero paró en Alcalá de Henares y su vida cambió. En la gran ciudad universitaria conoció a los antiguos amigos de Ignacio de Loyola, compartió con ellos las antiguas vivencias, el paso del fundador de los jesuitas por el Hospital de Nuestra Señora de la Misericordia (Antezana), los miedos, los procesos y acusaciones, los estudios. Francisco Villanueva conoció lo que vivió Ignacio de Loyola en Alcalá de Henares entre 1526 y 1527 y decidió seguir, ya con la fuerza de la recién fundada Compañía de Jesús (1534), la obra del fundador de la Orden en la ciudad universitaria.
En Alcalá de Henares, mientras ponía en marcha el recién fundado colegio de la Compañía, estudiaba para ser sacerdote y se dedicaba a cuidar y proteger a pobres, enfermos y a sus propios compañeros. Tuvo tiempo para viajes y visitas a las nuevas fundaciones de la Orden, llevándole en peregrinación hasta Toledo, Cuenca, Madrid, Guadalajara, Segovia, diversas localidades de la ribera del Henares, Plasencia, Salamanca, Valladolid, Ocaña, Lisboa…
En cuanto a la fundación del colegio de a Compañía de Jesús en Alcalá de Henares, comenzó su vida en un lugar escondido, un poco a trasmano, aunque muy cercano al recinto universitario original. En el invierno de 1546, los jesuitas, dirigidos por Francisco Villanueva, se asentaron en un patio conocido como de Aguadores o de Mataperros. En tan malas condiciones estaba, que sólo por el simple hecho de que lo limpiasen se lo dejaron gratis. Se situaba junto a la muralla, haciendo mediana con el colegio convento de trinitarios calzados y muy cerca de la ermita del Cristo que acabaría llamándose de los Doctrinos. Un lugar que se había convertido en refugio de estudiantes pobres, maleantes, aguadores…
Los jesuitas acabaron haciendo de este lugar su colegio, su casa, y gracias a Francisco Villanueva, se organizaron e intentaron salir adelante, aunque a pesar de los esfuerzos pasaron por momentos muy difíciles. Estudiaban, pedían limosna, malvivían, pero eran fuertes en sus creencias. Por falta de camas, dormían de dos en dos, abrigándose en invierno como podían. Pasaban hambre, pero compartían todo, y a la hora de comer iban dejando lo que habían conseguido gracias a limosnas y ayudas y lo repartían entre ellos.
Muchos miembros de la congregación cayeron enfermos, hasta el punto de que en el verano de 1548 acabaron por trasladarse a otro patio propiedad del librero Atanasio de Salcedo, situado fuera de la puerta de Santiago. Este traslado, acabó por llevar a la Compañía al lugar donde posteriormente se construiría el gran Colegio Máximo en Alcalá de Henares.
El carácter de Francisco Villanuevo, fuerte, decidido, pero también en parte inseguro y con matices de darse poco valor a sí mismo, le hizo alejarse de agradecimientos y loas, aunque tuvo que obedecer a su maestro, Ignacio de Loyola, y acabó aceptando como premio a sus esfuerzos el regalo de ser ordenado sacerdote, circunstancia que se produjo en Valladolid en 1549.
Murió en 1557, siendo rector del colegio de la Compañía de Jesús de Alcalá de Henares
Francisco Villanueva y el primer colegio de los jesuitas, Alcalá de Henares
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