Colegio Menor de Mercedarios Descalzos de la Visitación de Ntra. Señora
El Colegio Menor de Mercedarios Descalzos de la Visitación de Ntra. Señora de Alcalá de Henares nació debido a la iniciativa de los frailes del convento de Santa Bárbara de Madrid, encargando al padre Alonso del Espíritu Santo que obtuviese el permiso necesario del arzobispo de Toledo don Bernardo de Sandoval y Rojas. La autorización la consiguieron, pero sólo para establecer un hospicio. Con la ayuda de don Baltasar de Villalobos, compraron unas casas, en 1612, que estaban en la calle Escritorios. Éstas no debieron gustarles demasiado porque, otra vez gracias a Villalobos, compraron otras, un año después, cerca de la puerta del Vado, en la actual calle del Empecinado. Ya contentos, consideraron como poco tener un simple hospicio y volvieron a pedir licencia al cardenal Sandoval para elevarlo a la categoría de colegio. Lo consiguieron en 1614.
Ese mismo año se inauguró la iglesia con la asistencia de la que sería beata Mariana de Jesús. En 1629, gracias al patronazgo de doña Elvira Manrique de Lara, decidieron levantar un nuevo edificio. Lo primero que se comenzó fue el colegio. Las obras empezaron en 1650 y acabaron en 1674. Se estructura alrededor de un pequeño patio cuadrado de dos alturas. La primera planta está compuesta por pilastras, sobre las que apoyan arcos de medio punto, y la segunda por las ventanas de las celdas de los frailes. La portada, conservada en parte, es adintelada.
La iglesia se construyó, entre 1660 y 1683, con forma de cruz latina, cúpula sobre pechinas y capillas laterales. Su fachada es de ladrillo y está coronada por frontón triangular, según los esquemas propios de la época. La portada no se conserva, pero se sabe que era un arco de medio punto en piedra, enmarcado por los escudos de los patronos y, encima un bajorrelieve en el que aparecía la Visitación de Nuestra Señora.
La Desamortización hizo que el edificio se convirtiera en Escuela Militar de Equitación y Depósito de Sementales. La iglesia fue transformada en picadero, perdiendo la cúpula y gran parte de sus formas. El colegio se mantuvo en general aunque con algunos cambios como, por ejemplo, el realizado en el patio, que se encaló y se transformó en un espacio al estilo andaluz. En los años ochenta del siglo pasado pasó a manos del Ayuntamiento que, de momento, y a la espera de una definitiva restauración, lo está utilizando como sede de la diversos departamentos municipales.