Primeros años del traslado, la Universidad de Alcalá de Henares en Madrid

Primeros años del traslado, la Universidad de Alcalá de Henares en Madrid

Pascual Madoz e Ibáñez (1806-1870), político del Partido Progresista, Ministro de Hacienda, Presidente del Consejo de Ministros tras la caída de Isabel II, investigador, economista, geógrafo, idéologo de la desamortización de 1855 y autor del famoso «Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar».

En 1848, publicó «Madrid. Audiencia, Provincia, Vicaría, Partido y Villa», un magnífico y científico estudio de la geografía, economía, historia, arte y de los aspectos estadísticos, sociales y administrativos más relevantes de Madrid y su provincia. Un hombre que vivió en primera persona el traslado de la Universidad de Alcalá de Henares a Madrid, hecho que del que dejó testimonia en su obra. Las siguientes líneas corresponden a la reseña dedicada a la «Universidad Literaria» dentro del capítulo sobre la «Administración Pública» en Madrid. Un documento muy interesante para conocer o intuir cómo se fueron organizando los primeros años del traslado de la Universidad desde Alcalá de Henares a la Corte.

«Universidad literaria (calle Ancha de San Bernardo, núm. 51 , y por la de los Reyes tiene otra entrada entre los números 2 y 4: única que hay al presente hasta la conclusión de la otra). La que existe en Madrid fue creada, como dijimos al fol. 366 del tomo I, en Alcalá de Henares, en el siglo XV. En el citado fol. hicimos una reseña del origen de esta Universidad debida, puede decirse, al célebre cardenal Cisneros, quien puso la primera piedra el 8 de febrero de 1498 y la inauguró en 26 de julio de 1508, con el titulo de Colegio Mayor de San lldefonso; por consiguiente nos limitaremos hoy a hablar de este establecimiento desde los primeros días de noviembre de 1836, en que por real orden de 29 del mes anterior se, trasladaron , al Seminario de Nobles de esta corte, las facultades de Leyes y Cánones bajo el nombre de Escuela provisional de Jurisprudencia, para la cual fue nombrado rector el presbítero D. Anicelo Moreno, doctor en aquellas ciencias y catedrático de derecho canónico: este tomó posesión el 13 de noviembre y fue reemplazado el 13 de abril de 1837, por el doctor don Francisco de Paula Nobar, actual catedrático de Jurisprudencia, rector que había sido en Alcalá por los años de 1833: los matriculados en esta escuela, para el curso de 1836 a 37, ascendieron a 506; cuando en Alcalá no pasaban en los años anteriores de 350. Se observó también que las facultades de Filosofía y Teologia que habían quedado en Alcalá, encomendadas a un vicerrector que recibía las ordenes del Gobierno por conducto de la escuela, tenía para el citado curso 133 alumnos, al paso que era mucho mayor el número de los que asistían en Madrid a los Estudios de San Isidro; como no podía menos de ser atendidos los medios que la corte proporciona para seguir su carrera aun a los estudiantes escasos de recursos.

Estas observaciones contribuyeron a que el año siguiente se trasladaran a Madrid las facultades de Filosofía y Teología, reuniéndose con la escuela en el mezquino y excéntrico edificio de las Salesas Nuevas, donde permanecieron, hasta el año 1843 en cuya época principiaron a establecerse algunas cátedras en el ex-Noviciado de los jesuitas. cedido por real orden, siendo ministro de la Gobernación de la Península el Sr. D. Facundo Infante, de cuyo edificio tomó posesión la Universidad en 10 de mayo de 1842. Este conv. fundado en 1602 fue obra del hermano Francisco Bautista, quien hizo la igl. de San Isidro, con la que tenía mucha relación la del Noviciado, aunque de mejores proporciones, con una bella cúpula pintada al fresco por Leal, y un magnifico retablo, dedicado a San Francisco de Regis, en el crucero del Evangelio: era un edificio de poca solidez sit. en la calle Ancha de San Bernardo, formando esquina con la de los Reyes, y sobre su área puede decirse se edificó la Universidad. Cupo en ello gran parte da gloria a los claustrales D. Cárlos María Coronado, D. Claudio Sanz y Varea, y D. Antonio Campesino que, nombrados por el
claustro para esta comisión, miraron los intereses de la Universidad con un celo digno de todo elogio y de las gracias que les dio el Gobierno; si bien solo el Sr. Coronado continúa en este cometido, a causa de las variaciones introducidas en la organización del claustro por el plan de estudios de 1845. El arreglo y organización de este establecimiento se debe a diversos señores, de los cuales nos vamos a ocupar por el orden cronológico con que estuvieron en el caso de contribuir a tan laudable objeto, sin que ninguno omitiera nada de su parte para que la Universidad de Madrid llegase al estado de esplendor que todos deseaban. En 1839 fueron nombrados visitadores los señores D. Marcial Antonio López y D. Manuel Joaquín Tarancón, actual ob. de Córdoba: con el mismo fin fue nombrado en 5 de enero de 1840 rector y comisario regio D. Vicente González Arnao, catedrático que había sido en Alcalça por los años de 1791 y célebre por su vasta erudición y notables escritos, el cual fue reemplazado en 24 de setiembre del mismo año 40 por D. Pedro Gómez de Laserna, catedrático de Jurisprudencia que había sido también en Alcalá, donde siguió con mucho lucimiento su carrera. El Sr. Laserna, entusiasta por los intereses de la Universidad, como lo manifestó aun en medio de los azarosos momentos que desempeñó la subsecretaría y Ministerio de la Gobernación, hizo varias reformas y dispuso la traslación de
los libros y efectos que existían en Alcalá, los cuales principiaron a colocarse unos 3.000 volúmenes, de los mejores y mas necesarios, en un salón habilitado para biblioteca en el edificio de las Salesas, y bajo la dirección de D. Mariano de la Bodega y Meriodo, a quien el Sr. González Arnao había nombrado bibliotecario. En 27 de enero de 1844 sucedió al Sr. Laserna en el cargo de rector, a propuesta del claustro y por real orden de 25 de aquel mes, D. Joaquín Gómez de la Cortina catedrático de derecho canónico que había sido en Alcalá: no menos celoso el Sr. Gómez de la Cortina solicitó y obtuvo el edificio que hoy ocupa la Universidad; en su tiempo se principió el expediente sobre supresión de los colegios de Alcalá, y se cortaron los abusos que se advertían en algunos de ellos, y también en su tiempo formó el claustro (en 1842) un reglamento interior para el régimen de todos los actos académicos y de las dependencias de la Universidad; reglamento que no llegó a
plantearse por las variaciones adoptadas por el Gobierno al preparar la publicación del plan de estudios. Por renuncia del Sr. Gómez de la Cortina y real orden de 3 de setiembre de 1842 se encargó interinamente del rectorado D. Eusebio María del Valle, catedrático de economía política, hasta que en setiembre de 1843, y a propuesta del claustro, fue nombrado en propiedad el catedrático de Jurisprudencia D. Pedro Sabau y Larroya, quien hizo prosperar visiblemente al establecimiento y terminó la traslación de libros y efectos, que aun no pudo recoger el señor Laserna: estos se encuentran hoy, así como los interesantes archivos de la secretaría, contaduría y tribunal académico, clasificados y colocados debidamente por el especial cuidado y acertada dirección del laborioso e inteligente secretario general D. Victoriano Mariño: también en su tiempo se terminó el expediente que hemos dicho promovió el Sr. Gomez de la Cortina para la supresión de los cuatro colegios que existían en Alcalá, conocidos con los nombres de Málaga, Verdes, Manríquez y del Rey, y en cuyo expediente trabajaron con celo y buen éxito los Sres. catedráticos Llorente y Coronado, dando por resultado la agregación de sus rentas a las de la Universidad.

Contribuyó no poco a esta organización la reforma que, por reales decretos de 4 de octubre de 1842, sufrieron las Facultades de Leyes y Cánones refundidas en la de Jurisprudencia, de cuya fusión resultó un claustro de mas de 130 individuos que se honraban contando en su seno antiguos catedráticos, magistrados y jurisconsultos de los más acreditados de la corte, y una juventud numerosa y brillante que se excedía en celo por el lustre de la Universidad. En la Teología el número de doctores no ascendía de 24, pero entre ellos se contaban sujetos muy recomendables , y eclesiásticos celebres por sus condecoraciones v saber. Para fomentar el espíritu de corporación se celebraban los actos académicos con grande solemnidad y con asistencia del claustro general, a veces tan numeroso que pasaban de 100 los graduados asistentes; volvieron a ponerse en uso los trajes y ant. ceremonial de la Universidad de Alcalá, fomentando así sus nobles recuerdos y gloriosas tradiciones, a que contribuyó siempre el señor Laserna, quien hizo colocar en el salón principal, y bajo dosel, el hermoso retrato del cardenal Cisneros; introdújose en fin una especie de fraternidad entre los graduados para honrar la memoria de los compañeros que falleciesen, y al objeto celebraban un oficio de difunto en la iglesia de las Salesas, asistiendo el claustro de ceremonia, oficiando uno de los individuos y quedando al cuidado de otro de los amigos del difunto el leer la necrología o panegírico, del cual se depositaba un ejemplar en el archivo. Tal era el próspero estado de la Universidad de Madrid en 1845, cuando recibió la nueva organización que, como a las demás, le dio el plan general de estudios, fecha de 17 de setiembre de aquel año: entonces se le reunieron los colegios de San Carlos y San Fernando, o sea las facultades de Medicina y Farmacia, como también los estudios de San Isidro y las cátedras de Historia natural, botánica y astronomía, que con sus respectivos establecimientos quedaron agregados a la facultad de Filosofía. Para llevar a cabo esta nueva organización, fue comisionado en 29 de setiembre de dicho año, el jefe político Don Fermin Arteta, en calidad de rector y comisario regio, que desempeñó hasta el 17 de noviembre en que tomó posesión el señor marqués de Valgornera: este renunció en 23 de diciembre, sustituyéndole el mismo jefe político, y en 29 de abril de 1846 entró de rector en propiedad el señor Don Florencio Rodríguez de Vahamonde, fiscal entonces de la audiencia de Zaragoza, quien continuó hasta el 31 de marzo de 1847, en que fue nombrado ministro de Gracia y Justicia. Por real orden de 26 de abril se encargó interinamente del rectorado el actual catedrático de Jurisprudencia y diputado a cortes Don Andrés Leal, hasta que, por real decreto de 9 de setiembre, pasó del Ministerio de Comercio Instrucción y obras públicas al rectorado que en la actualidad desempeña, el señor Don Nicomedes Pastor Díaz.

Al principiar el curso de 1846 al 47 se concluyó la parte del edificio que forma ln calle de los Reyes y se trasladaron a él las cátedras de Filosofía que se hallaban en las Salesas:
el local que ocuparon estas cátedras es uniforme a las anteriormente construidas: el profesor entra por una puerta independiente de la que usa el público y se coloca en el sitio elevado desde donde dirige la explicación a los alumnos colocados delante de él en anfiteatros. Pero como quiera que para seguir la obra del edificio era indispensable demoler la fábrica ant. del Noviciado y levantarse conforme a los planos aprobados por el Gobierno, se trasladaron a San Isidro las oficinas de la secretaria general, y se habilitó allí despacho para el rector, y un bonito salón adornado en gran parte, con la sillería de Alcalá, construida a fin del siglo pasado: en este salón se celebran las reuniones del claustro
general y las oposiciones a las cátedras vacantes, no obstante considerarse, como centro universitario el edificio del Noviciado».

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