Huesca y Alcalá de Henares

La vinculación histórica entre Alcalá de Henares y Huesca hay que buscarla en la historia más antigua. La vieja Complutum romana fue protagonista a principios del siglo IV del martirio de dos niños, Justo y Pastor, dando origen a un culto milenario que no sólo motivó el desarrollo de la medieval Alcalá de Henares, sino también de multitud de pueblos, parroquias o ermitas a lo largo de España.

Los valles de la actual provincia de Huesca fueron a partir del año 748 refugio de los restos de los Santos Niños, que posiblemente recorrieron los paisajes que enmarcan al río Gállego en el valle de Tena o al río Guatizalema, en el valle de Nocito, hasta encontrar refugio en el antiguo monasterio visigodo de San Úrbez. Hoy, muy transformado y sin las reliquias, sólo conserva el uso su iglesia, convertida en ermita (en el término municipal de Nueno).

En 1499 los restos se trasladaron a la iglesia de San Pedro el Viejo de Huesca, motivando un importante culto que llevó a construir en el siglo XVII la capilla actual donde se veneran las reliquias. Los restos se alojan en unas arquillas góticas del siglo XV. En época de Felipe II (1568) una parte de las reliquias volvieron a Alcalá de Henares, siendo depositadas en la cripta de la la Magistral.

Desde aquellos antiguos tiempos del nacimiento de Al Andalus, Alcalá de Henares y estos valles y lugares quedaron unidos de la mano de la devoción popular, de la historia y de la cultura. Se podría decir que en prácticamente toda la actual provincia de Huesca se conserva el recuerdo a Justo y Pastor, y, en especial en estos valles del Pirineo. Así queda atestiguado en topónimos como «Ladera de San Chus» en Bisecas o «Cerro de San Chus» en Orós Alto y también en fiestas patronales como la festividad de san Justo y Pastor en Bartenuta.

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