El poder del conocimiento. Dominicos de Santo Tomás de Aquino

En una de las calles más universitarias de Alcalá de Henares se encuentra un antiguo colegio fundado por la orden de los predicadores o dominicos. La calle de los Colegios es ancha y laga, fue trazada por los arquitectos y urbanistas que ayudaron al cardenal Cisneros a plasmar su idea sobre la creación de un nuevo centro universitario. A ella dan las fachadas de muy importantes edificios: el colegio de San Agustín, el de Teólogos y Médicos de la Madre de Dios, el de San Basilio Magno, el de Trinitarios Calzados, el Trilimgüe, el de Málaga, la ermita de los Doctrinos, el antiguo cuartel de Lepanto, el convento del Corpus Christi y, por supuesto, el colegio de dominicos de Santo Tomás de Aquino, transformado en el espléndido Parador de Turismo de la ciudad. La calle fue conocida con el nombre de Roma y se dice que este apodo lo tomó debido a las alabanzas de las gentes del Siglo de Oro, que comparaban Alcalá de Henares con la gran urbe italiana. La calle nació como parte de uno de los acontecimientos más deslumbrantes de la cultura europea de principios del siglo XVI: el nacimiento de una universidad. ¿Se imaginan un lugar por donde pasearon Lope de Vega, Francisco de Quevedo, San Juan de la Cruz, fray Luis de León o Tirso de Molina entre otros?

Una bella amalgama de arte, arquitectura, urbanismo, educación e historia de la que forma parte el Parador de Alcalá de Henares. Para algunos, ya los más mayores, la cárcel vieja, para otros, los más aficionados al pasado de Alcalá de Henares, el colegio de dominicos de Santo Tomás de Aquino o de los Ángeles. Un lugar del que hoy disfrutamos garcias a la magnífica restauranción de los arquitectos Aranguren y Gallegos y que, como otros muchos, tuvo su origen en el deseo de mejorar de quienes veían a nuestra ciudad como el lugar ideal donde asentar sus deseos de renovación y mejora a través del conocimiento.

Unos sueños que comenzaron allá por el año de 1529. En aquel momento, la orden de los predicadores o de Santo Domingo de Guzmán buscaba amplair su influencia en el ámbito universitario español, lo que convertía a Alcalá de Henares en una de sus metas más deseadas. Los dominicos, obligados por sus constituciones a «la evangelización integra de la palabra de Dios», pronto ampliaron sus objetivos culturales y educativos a los más variados y amplios campos del saber, desde la Teología y el Derecho Internacional hasta la Economía y la Astronomía. Grandes figuras dominicas sobresalieron en muchas disciplinas, como fray Bartolomé de las Casas, defensor de los derechos de los nativos americanos, o fray Francisco de Vitoria, considerado el padre del Derecho Internacional. La formación intelectual de los miembros de la orden era fundamental para los dominicos, razón por la que se decidió fundar un colegio en Alcalá de Henares.

El dominico fray Diego de Mendoza consiguió de su hermano Carlos de Mendoza, Deán de la catedral de Toledo y antiguo camarero del cardenal Cisneros, que hiciera donación de su casa (un antiguo palacio renacentista situado en la calle de las Becerras, hoy Empecinado) para fundar un colegio dedicado a Santo Tomás de Aquino. Carlos de Mendoza, que siempre tuvo predilección por los dominicos, puso una serie de condiciones, como la que obligaba a que fray Diego de Mendoza fuera rector vitalicio del colegio. También dio normas a la nueva fundación, estipulando, por ejemplo, que las elecciones al rectorado fueran cada dos años (tras la muerte de su hermano) o que la institución se rigiera por las mismas reglas y ordenanzas que seguía el Colegio Mayor de San Ildefonso de Alcalá.

El nuevo colegio pronto dio sus frutos y su importancia quedó reflejada en hombres que capitalizaron una parte importante de la presencia de teólogos españoles en el Concilio de Trento. Por Santo Tomás de Aquino pasaron figuras como fray Melchor Cano o fray Pedro de Soto. Pero sobre todo hay que hacer referencia a fray Domingo de Soto, considerado uno de los precursores en las doctrinas sobre el Derecho de Gentes. No sólo defendió las tesis de fray Bartolomé de las Casas, además supo adelantarse a su tiempo haciendo ver la necesidad de legislar en favor de los más desfavorecidos.

La intensa vida colegial hizo que ya desde 1575 se dieran intentos de trasladar la institución a un lugar más cercano al centro de la vida universitaria alcalaína. Hay que tener en cuenta que, además de quedarse pequeño, el antiguo palacio renacentista quedaba muy lejos del Colegio Mayor de San Ildefonso. El primer intento fracasó al adelantarse los agustinos en la compra de un terreno situado en la calle de los Colegios. Pero en 1592 por fin se va a hacer realidad la idea del traslado con la compra de un solar, también en la calle de los Colegios, propiedad del cercano colegio convento de carmelitas de San Cirilo. Posiblemente por problemas económicos, el nuevo colegio no comenzó a construirse hasta 1604, aunque ya desde un año antes los frailes vivieran, de manera provisional, en unas casas situadas en su recién comprada posesión. Una de las maneras de conseguir dinero fue vender su palacio y antiguo colegio convento a las monjas dominicas de Santa Catalina de Siena, después de superar los problemas planteados por los herederos de Carlos de Mendoza. Desde entoces, las monjas dominicas siguen en este bello edificio palaciego del siglo XVI.

Y así llegamos al colegio convento de Santo Tomás de Aquino y de los Ángeles que conservamos. Lo construyeron, siguiendo las trazas del barroco del Siglo de Oro, en torno a un bello claustro con sólidos arcos de piedra. A su lado edificaron un espacioso templo de una sola nave, cúpula y dos fachadas: una a la calle de los Colegios, con portada de piedra y hornacina con la imagen de Santo Tomás de Aquino, y otra dando a la actual calle de Santo Tomás.

Desde entonces, la vida intelectual de los seguidores de Santo Domingo en Alcalá de Henares pasó por momentos tan importantes como cuando el duque de Lerma, tras fundar y dotar en 1611 dos cátedral de teología en la Universidad de Alcalá, obligó a que los regentes de las mismas fueran dominicos. Pero también es el momento del inicio de decadencia de una orden que siguió manteniendo en sus estudios universitarios unos principios teológicos basados en doctrinas de origen medieval (por ejemplo, la escolástica de Santo Tomás de Aquino), justo en el momento en que en otros países europeos se empezó a notar un giro hacia el estudio de materias cada vez más alejadas del hecho religioso y volcadas hacia lo empírico. A pesar de todo, durante el siglo XVII y buena parte del XVIII, la importancia cultural del colegio dominico alcalaíno quedó reflejada en circunstancias como la de contar con una de las imprentas más importantes del momento.

Después vendrían las pérdidas sufridas por el colegio durante la invasión francesa y la Desamortización. El antiguo edificio, como muchos otros de la ciudad, se acabó convirtiendo en cuartel, hasta que, a partir de 1852, se le dio el uso que mantuvo hasta el último cuarto del siglo XX. Prisión correccional para hombres, reformatorio de jóvenes delincuentes y talleres penintenciarios. En 1981 se concluyó el nuevo centro penintenciario en la carretera de Meco, naciendo así la actual cárcel conocida popularmente como «Alcalá Meco». El histórico edificio quedó practicamente abandonado, aunque sirviendo de vez en cuando para el curioso fin de ser plató de rodajes de películas y series de televisión. En 1996, fue  comprado por el Ayuntamiento de Alcalá de Henares a la Dirección General de Patrimonio del Estado. En 2009 fue inaugurado, tras la restauración llevada a cabo por el estudio de arquitectura Aranguren y Gallegos, como Parador de Turismo de Alcalá de Henares.

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