Cárcel Universitaria (Fuero Universitario) de Alcalá de Henares
El 13 de abril de 1499 el papa Alejandro VI firma la bula que permite al Cardenal Cisneros fundar y legislar una universidad en Alcalá de Henares. El Arzobispo de Toledo consiguió con su fundación culminar su reforma religiosa. Cisneros otorgó un gran poder al Rector del Colegio Mayor de San Ildefonso otorgándole, en las Constituciones del Colegio, toda la autoridad civil y eclesiástica. Este cargo, de máxima representación, era elegido anualmente entre los 33 estudiantes pobres o prebendados a los que una prerrogativa otorgada por Cisneros concedía una beca privilegiada.
El poder del Rector era tal que podía excomulgar y embargar bienes, siendo el único con capacidad de juzgar a un estudiante o profesor aunque hubiese cometido el delito fuera de la villa de Alcalá de Henares. La Universidad mantuvo, por tanto, su autonomía jurídica dentro del Imperio Español.
En el año 1512, llegó la ratificación real y el patronazgo de la corona, firmado por Fernando el Católico. Algo realmente testimonial ya que la Universidad había comenzado sus clases el día de San Lucas del año 1508. Desde entonces, y a lo largo de la vida universitaria, la monarquía intentó controlar a la institución académica.
Tras la muerte de Cisneros, sus sucesores en la mitra toledana intentaron recuperar su influencia sobre la Universidad de Alcalá de Henares, buscando, sin conseguir su fin, una legislación como la de la Universidad de Salamanca. A pesar de todo, el Fuero Universitario otorgaba una gran autonomía a la Universidad. El Concejo de la villa también mostró en muchas ocasiones su malestar por no poder apresar a ningún estudiante, ya que éstos se acogían al referido Fuero Universitario para ser juzgados por el Rector, de actuación más rápida y talante más benévolo. Éste fue el motivo por el que se construyó una cárcel que tuvo u fachada a la actual plaza de Cervantes, lindando con el Colegio Mayor. Cuentan que tenía barrotes de madera, de los que se escapaban con cierta facilidad los estudiantes pese a que, de ser capturados la pena, podía ser de muerte.
La guardia del Rector llegó a no poder hacerse cargo de la situación, siendo numerosos los casos en los que tenía que huir de enfrentamientos con colegiales, peligrando incluso la vida del propio Rector.
El edificio de la antigua cárcel universitaria desapareció a finales del siglo XIX. Desde el patio de Continuos del Colegio Mayor, a través del paso habilitado hasta la plaza del Mercado (Cervantes), conocido también por contar con la popular puerta de la Gloria, se podía acceder además a la cárcel. Hoy es el único recuerdo de aquella institución universitaria.