Francisco de Figueroa y Pedro Laínez, dos poetas de Alcalá de Henares

Quizá no se conciba el Renacimiento sin la poesía. El arte poético resurge y los hombres lloran amores desgraciados mientras guerrean en crueles batallas.  El cortesano enamorado y el guerrero poeta se funden en un nuevo prototipo de hombre que ve en lo literario una divisa que desea lucir con orgullo. En Alcalá de Henares no tuvimos a un Garcilaso, a un Boscán o a un Hurtado de Mendoza, pero sí a dos poetas que quisieron responder a todos los tópicos que la moda de entonces exigía. Su poesía, que sigue la corriente del petrarquista estilo amoroso a la italiana y del neoplatonismo, se desarrolla en el bucólico ambiente de las riberas del Henares y se llena de encantadores sentimientos en torno al mundo pastoril, el sufrimiento del amado por la ausencia de la amada y los laberintos de pasiones.

FRANCISCO DE FIGUEROA

Comencemos este pequeño homenaje a la poesía complutense renacentista con un bello soneto de amor:

Perdido ando, señora, entre la gente,
sin vos, sin mí, sin ser, sin Dios, sin vida;
sin vos, porque no sois de mí servida;
sin mí, porque no estoy con vos presente;

sin ser, porque de vos estando ausente
no hay cosa que del ser no me despida;
sin Dios, porque mi alma a Dios olvida
por contemplar en vos continuamente;

sin vida, porque ya que haya vivido,
cien mil veces mejor morir me fuera
que no un dolor tan grave y tan extraño.

¡Que preso yo por vos, por vos herido,
y muerto yo por vos d’esta manera,
estéis tan descuidada de mi daño!

(Soneto XVII)

Francisco de Figueroa nació en Alcalá de Henares y adoptó, en su condición de enamorado, el seudónimo pastoril de Tirsi, aunque se le elevó al glorioso parnaso de los poetas con el apelativo de “el Divino”. Por cierto, Miguel de Cervantes, en su novela pastoril “La Galatea, se acordará de este compatriota. En muchas de sus composiciones, la mayoría de ellas Églogas de carácter pastoril, aparece Alcalá de Henares o su río: «… por las frescas riberas del Henares, / donde el famoso Tirsis apacienta»

Escribió en castellano e italiano y cuenta la tradición que al final de su vida quemó parte de sus obras; sólo quedaron para la posteridad «Canciones a Fili» y «Elegías».

PEDRO LAÍNEZ

Señor de la mayor parte del suelo,
reparo universal del ser humano…

Estos versos forman parte de un poema dedicado por Pedro Laínez «Al Príncipe don Carlos en Alcalá»

Pedro Laínez, alcalaíno y amigo de Francisco de Figueroa, hasta el punto de que a veces se confunden sus composiciones, también sitúa en el Henares sus poéticos y bucólicos paisajes pastoriles. De su vida poco se sabe, aunque se tiene constancia de que fue ayuda de cámara del príncipe don Carlos, hijo de Felipe II, cuando éste residió en Alcalá de Henares hacia el año 1563,

Utilizó Damón como seudónimo pastoril y también aparece en “La Galatea” de Miguel de Cervantes.

Pedro Laínez

 

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