El Colegio Mayor de San Ildefonso, Universidad de Alcalá de Henares
El Colegio Mayor de San Ildefonso, Universidad de Alcalá de Henares fue la principal fundación del Cardenal Cisneros y la entidad en torno a la que giró la actividad académica y administrativa de la Universidad prácticamente a lo largo de toda su historia.
Los conceptos de Universidad de Alcalá de Henares y Colegio Mayor de San Ildefonso son difíciles de diferenciar debido a que en sus constituciones, otorgadas por Cisneros en 1510, se señala que el Rector del Mayor será a la vez el de la Universidad, teniendo en su persona todo el poder de la jurisdicción de la comunidad académica y dependiendo del mismo la economía, la justicia y las enseñanzas del conjunto de colegios menores adscritos a la Universidad.
La creación del Colegio Mayor por Cisneros idealizó la utopía de la formación de los creyentes. El fundador, como cabeza de la Universidad, simbolizaría la idea de Jesús. Los treinta y tres colegiales prebendados reflejaban la edad en la que murió Cristo. Junto a ellos, doce sacerdotes capellanes que recordaban a los Apóstoles. Además la Universidad iba a estar formada por el número apostólico de doce colegios menores para pobres, con doce estudiantes cada uno, además de otros seis de gramáticos, con el mismo número de alumnos, en los que habría setenta y dos estudiantes pobres en honor a los setenta y dos discípulos de Jesucristo.
Los estudiantes prebendados del Mayor representaron el poder en la Universidad. Sus amplias y elitistas becas y la elección anual de entre cada uno de ellos del nuevo Rector, les transformó en una oligarquía con gran relevancia en la ciudad, creándose bandos y conspiraciones por el control universitario. Junto a ellos, los porcionistas, alumnos ricos que se pagaban los estudios. Por otro lado los camaristas, estudiantes sin recursos ni becas que dormían en grandes habitaciones o cámaras. También hay que tener en cuenta que las clases eran abiertas y los criados y vecinos podían entrar a aprender en las aulas.
El hecho de que el Rector fuese el único juez con poder sobre la población académica llevó a originar graves rencillas con el municipio de Alcalá de Henares. También los arzobispos de Toledo que sucedieron a Cisneros (Fonseca, Tavera y Silicio) intentaron reducir las competencias del Rector sin conseguirlo, entre otras causas debido a la protección que ejercieron sobre la Universidad reyes y papas.
Fue un pontífice español, Alejandro VI, el que firmó en 1499 la bula por la que Cisneros puede fundar su Universidad en Alcalá de Henares, para el estudio de Artes, Teología y Derecho Canónico. La no existencia de cátedras de Derecho Civil se debió a la intención del fundador de no crear una universidad de juristas, opinando que en las ciudades de Valladolid y Salamanca se cumplía a la perfección con este deber. Al inició de la vida universitaria sólo se estudió en el Colegio Mayor Derecho Canónico o Eclesiástico, enseñanzas que pusieron los cimientos de la brillante carrera religiosa de multitud de prelados de España y de Indias.
Las Artes (Lógica, Summulas, Metafísica y Física) eran las enseñanzas que, durante cuatro cursos, se estudiaban en los colegios menores. Con estos estudios se alcanzaba el título de Bachiller y se podía acceder a los estudios superiores, culminando en el Colegio Mayor con los grados de Licenciatura, Doctorado o Magisterio. Antes de iniciarse en Artes era preciso pasar dos o tres años en los colegios de gramáticos, donde se aprendía la lengua oficial de la Universidad: el latín. Si a un estudiante se le sorprendía hablando castellano sufría una sanción.
La Teología fue la verdadera especialización de esta universidad. Es muy difícil en nuestros días entender el valor que se le daba en la sociedad de los siglos XVI y XVII. El estudio de la Biblia en Alcalá se hizo de una manera innovadora, que bien se podría calificar como de científica. Se volvió a las fuentes, comparando textos de distintas versiones bíblicas (latina, griega, hebrea y aramea), consolidándose estos estudios en el libro magno del humanismo español, la Biblia Políglota Complutense. Más tarde, un antiguo estudiante de la Universidad, Benito Arias Montano, se encargaría de dirigir la que se llegó a llamar segunda parte de la Complutense, la Biblia Políglota de Amberes, escrita por mandato personal del rey Felipe II, demostrando que los estudios bíblicos de Alcalá de Henares fueron de los más importantes de Europa.
La gran importancia de la teología complutense se vio plasmada en el Concilio de Trento (1545-1563), donde se fijaron los dogmas de la Iglesia Católica. En él tomaron parte gran cantidad de excolegiales de Alcalá de Henares: el arzobispo de Granada, Pedro Guerrero, portavoz de los conciliadores hispanos; el obispo de León, Andrés Cuesta, maestro y rector de la Universidad; Francisco de la Torre, profesor de Sapienza en Roma; Benito Arias Montano; Bartolomé de Carranza, arzobispo de Toledo; Domingo de Soto, uno de los padres del Derecho Internacional. Estos son una pequeña muestra de los muchos asistentes a Trento que pasaron por los pupitres de Alcalá de Henares.
Otra circunstancia interesante es que la fundación de Cisneros se cimentó sobre antiguos estudios otorgados a Alcalá de Henares por Sancho IV en 1293 y sobre antiguas cátedras fundadas por el arzobispo de Toledo Carrillo de Acuña en el alcalaíno monasterio franciscano de Santa María de Jesús. Aunque la fuerza de la nueva empresa eclipsó cualquier tipo de anclaje anterior, estudiándose por igual a Escoto, Santo Tomás y Occan, aunque prefiriendo, sin embargo, las doctrinas de Erasmo, revolucionarias en los nuevos tiempos del siglo XVI, consiguiendo dar forma a la innovadora personalidad de la Universidad de Alcalá. Mientras que Salamanca aún permanecía en cierta forma anclada al pasado, la Complutense se situó en su tiempo, se convirtió a las ideas erasmistas y consiguió atraer hacia su fuero a multitud de estudiantes y profesores.
La nueva visión humanista de los teólogos de Alcalá de Henares se vio duramente replicada por los sectores más conservadores, celebrándose, en 1527, en Valladolid una reunión que intentó anular este espíritu. No se llegó a ninguna conclusión, pero el hecho de prohibir cualquier ataque a Erasmo se tuvo como un triunfo de los principios que se difundían desde Alcalá de Henares.
Tras un viaje a Italia del emperador Carlos V, gran defensor del erasmismo, los sectores más inmovilistas introducen la duda sobre la ortodoxia de Erasmo, acusándole de luteranismo e iluminismo. La Inquisición llega a interrogar al impresor alcalaíno Miguel Eguía, difusor de la obra del holandés. En el año 1533, fue encarcelado el profesor Juan de Vergara, autor de la versión griega de la Políglota y del epitafio del sepulcro de Cisneros. En 1535, Vergara se vio obligado a renunciar a sus ideas erasmistas aceptando las acusaciones y pasando un año recluido en un monasterio. Con esta condena se disuelvió el movimiento erasmista español, aunque aquel espíritu permaneció en la sociedad. Como dice Bataillón: “si España no hubiera pasado por el erasmismo, no nos habría dado el Quijote”.
La otra gran enseñanza del Colegio Mayor fue la medicina, materia que se incorporó a partir de la bula del papa León X en el año 1514. Este estudio se valió de los pergaminos islámicos de Granada que Cisneros trajo tras un levantamiento morisco. La corona también favoreció esta materia, hasta el punto de dar permiso Carlos V y Felipe II para realizar estudios en los cadáveres de los condenados a muerte, siempre que fuera durante los meses de noviembre, diciembre, enero y febrero. Hay que destacar en este campo a generaciones de protomédicos reales, contando entre los más célebres a Francisco Valles de Covarrubias, al que el propio Felipe II apodó como «el Divino» debido al alivio que le hizo sentir en sus dolencias de gota. Un discípulo suyo, Francisco Díaz, escribió El tratado de todas las enfermedades de los riñones, vegiga y carnosidades de la verga… (1588) por lo que está considerado como el pionero de la Urología. Además, se considera al doctor Juan Huarte de San Juan, que estudió Medicina y se doctoró en el Mayor de San Ildefonso, el padre de la Psicología Aplicada.
Para que los estudios de San Ildefonso llegaran a tener la gran relevancia con la que Cisneros soñaba fue necesario dotarlos de grandes bienes materiales y humanos. El Cardenal, consciente de la importancia de la economía, consideró que su universidad debía tener cuantiosas rentas, otorgando juros y bienes a la nueva fundación. Además, en su testamento donó 50 millones de maravedís, cantidad que más tarde el rey Carlos I usurparía en su beneficio, provocando un grave conflicto entre la Universidad y la Corona. También la reina Juana I legó 200.000 maravedís, al igual que hicieron multitud de excolegiales en sus testamentos, convirtiendo a la Universidad de Alcalá de Henares en una de las mejor dotadas económicamente de Europa.
El afán del Cisneros por beneficiar a su nueva universidad llegó hasta provocar cambios legales. E hecho de que la legislación toledana perjudicara al Colegio Mayor de San Ildefonso al prohibir que una persona física o jurídica tuviera bienes fuera del lugar del que era vecino hizo que Cisneros revocara este decreto en beneficio de su colegio mayor complutense, disposición que se firmó un 9 de marzo de 1513 en Alcalá de Henares.
El día de San Lucas del año 1508, tras la llegada de bachilleres de Salamanca, se considera la fecha oficialmente reconocida de inicio de las clases en el Colegio Mayor. Estrenando los nuevos pupitres se sentó Tomás García Martínez, que destacó años más tarde como teólogo, llegando al cargo de arzobispo de Valencia y a ser canonizado como Santo Tomás de Villanueva. Muchos fueron los hombres eruditos que pasaron por las aulas de San Ildefonso, hasta que Carlos III separó la Universidad del Colegio Mayor. De esta última etapa cabría recordar al político y escritor Melchor Gaspar de Jovellanos.
Una universidad de grandes alumnos no hubiese sido posible sin grandes profesores. Cisneros desde el principio intentó atraer a cualquier precio a los más prestigiosos. Su mayor frustración fue no convencer al propio Erasmo de Rotterdam, que se negó a enseñar lejos de su tierra. Tampoco, posiblemente por temor a la Inquisición, el humanista Juan Luis Vives llegó a ser profesor en Alcalá. Pero si consiguió traer a Alcalá de Henares a Elio Antonio de Nebrija, autor de la primera gramática de una lengua moderna europea.
La formación y especialización hubiese sido imposible sin apostar por la imprenta y por el mantenimiento de una gran biblioteca. La imprenta alcalaína fue, junto a la de Salamanca, la más destacada en el comercio de libros que se realizaba en las ferias más importantes de España. La biblioteca universitaria estuvo dotada a la misma altura que las de Oxford, Cambridge o París. El catálogo de 1523, pocos años posterior a la fundación, contaba con 853 obras. Los temas de esta envidiable colección tocaban las materias de medicina, filosofía, teología, cánones y lenguas.
El esplendor y declive del Colegio Mayor de San Ildefonso fue paralelo al del imperio español y la importancia de sus enseñanzas fueron decayendo según la teología perdía valor en la sociedad. Carlos III, en su reforma universitaria, separó el Colegio Mayor de la Universidad. La definitiva puntilla la puso el Real Decreto de 1836, que cerró la Universidad de Alcalá de Henares.
El edificio del Colegio Mayor salió a subasta tras la desamortización de Mendizábal. Lo compró en 1845 Joaquín Alcober por 50.000 reales, instalando una fábrica de gusanos de seda. Su objetivo era usar las crujías del patio de Santo Tomás de Villanueva como criadero de gusanos y las demás partes del edificios para cultivos de moreras. Tras una petición del Gobierno para que respetara la fachada y todo lo demás de valor, el señor Alcober respondió: «siempre que no sufran perjuicio mis intereses». Más adelante, el edificio pasó a poder de Javier de Quinto, futuro Conde de Quinto, que lo despojó de retablos, rejas, campanas y pinturas, desmantelando, además, el arco de la universidad que unía la calle Pedro Gumiel con la plaza de Cervantes. Para evitar el expolio, el edificio fue comprado por suscripción popular por vecinos complutenses, constituyéndose la Sociedad de Condueños de los Antiguos Edificios que fueron Universidad. Cedieron el Colegio Mayor para Academia de Caballería (1850-1852), Colegio de Padres Escolapios (1861-1931) e Instituto Complutense de Enseñanzas Medias (1931-1943). El Instituto Nacional de la Administración Pública lo restauró y rehabilitó entre los años 1959 y 1962, utilizando el conjunto como su sede y para la realización de cursos de perfeccionamiento de funcionarios. También se dieron becas de cooperación con América Latina. De entre los becados estuvo el que llegó a ser Presidente de Colombia y de la O.E.A., Cesar Gaviria. Con la vuelta de la Universidad en 1977, los Condueños cedieron el edificio por un alquiler simbólico. En la actualidad es el Rectorado de la Universidad de Alcalá de Henares.
El conjunto del Colegio Mayor de San Ildefonso está compuesto por tres patios, capilla y paraninfo. Desde 1998, la Universidad y el Recinto Histórico de Alcalá de Henares son Patrimonio de la Humanidad.
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