Olmeda de las Fuentes, la alcarria de Alcalá de Henares

Hay pueblos que son tranquilos o, mejor, que trasmiten tranquilidad. Prueban a descansar, y no refiero físicamente, en uno de esos lugares, casi escondidos, protegidos del mundo, llenos de vida íntima y buena, lejos, pero también cerca. Y no les hablo de un pueblo perdido de los Pirineos, si no de uno a sólo 50 kilómetros de Madrid, en una zona, región, alfoz o como quieran que todavía hoy con orgullo se proclama «Alcarria de Alcalá», nuestra tierra, de terrenos elevados, propios de la agricultura, el monte bajo, de carrascos, tomillo, conejos, perdiz, zorro, corzo… De antiguos carros y viejas máquinas en las eras. Un sueño antiguo y tranquilo a nuestro lado donde perder felizmente el tiempo. Y allí, con un protagonismo tranquilo, está Olmeda de las Fuentes.

Olmeda tiene poco más de 1000 habitantes y está a 24 kilómetros de su capital histórica, Alcalá de Henares. Son olmadeños o olmadeñas y estoy por decir que viven en la gloria (la vieja gloria castellana) en su pueblo. Muchos llegaron de Madrid como huyendo, otros son de allí de siempre.

Desde la Reconquista en el siglo XII, y como estipula el Fuero Viejo, estas tierras fueron de Alcalá de Henares (el cuarto de Pezuela); leyes, tierras y dineros dependían del señor arzobispo de Toledo, pero ya antes, mucho antes, casi 1.700 años antes de Cristo (Edad del Bronce), ya hubo asentamientos humanos en las tierras de Olmeda.

Más tarde llegaría la independencia de Alcalá de Henares, en 1564, por privilegio real, aunque el pueblo tuvo que asumir pagar al rey una importante cantidad de maravedíes para conseguir su sueño. Pero el sueño duró poco y la corona, buscando recursos económicos, vendió los derechos sobre la villa a Baltasar Lomelín, que se convierte en señor de Olmeda en 1576. Y así, un señor tras otro, incluso llegó a existir, en 1683, un marqués de Olmeda.

Con el tiempo, llegó a comprar la jurisdicción de la villa nada menos que don Juan de Goyeneche, que creará una utopía en el pueblo: fundó una fábrica de paños, de textiles, a las afueras de Olmeda. Construyó casa, un palacio, una iglesia, una fábrica y nació, en el siglo XVIII, Nuevo Baztán. Y tan importante fue, que aquel utópico lugar acabó siendo independiente de Olmeda.

Entretanto nació en Olmeda un aventurero, un héroe, un tal Pedro Páez Xaramillo, jesuita, servidor del rey, el primer europeo en alcanzar las fuentes del Nilo Azul en 1618.

Y luego tranquilidad, casi pasar desapercibidos, hasta que en 1953 se decidió cambiar de nombre, por aquello de que Olmeda de la Cebolla no sonaba bien. Desde entonces es Olmeda de las Fuentes, recordando las muchas con las que cuenta el pueblo. Y tan bien sonaba el nuevo nombre, que el pueblo se llenó de pintores. Gracias a Álvaro Delgado, se enamoraron de los paisajes, la arquitectura, la vida de Olmeda. Compraron casas y convirtieron el pueblo en un paraíso del arte español del siglo XX: Luis García Ochoa, Alberto Moreno Balaguer, Pilar Aranda, Francisco San José, Ricardo Toja, Vela Zanetti, Secundino Rivera, José Frau, Eugenio Fernández Granell…

Olmeda de las Fuentes, la alcarria de Alcalá de Henares

Una maravilla junto a Alcalá de Henares en una tierra, un paisaje, una cultura que aún se resiste a desaparecer.

Enrique M. Pérez

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