Alcalá de Henares en época musulmana
Entre los años 711 y 718, se produce la ocupación musulmana de la Península Ibérica. En un principio, el interior peninsular se vio seriamente despoblado, incluida la vega del Henares. Alcalá de Henares en época musulmana quiere ofrecer unos apuntes históricos sobre la situación de Complutum en este periodo histórico.
La situación estratégica de la ciudad en un cruce natural de caminos, hizo que se volviera a formar pronto un nuevo núcleo urbano en torno as una potente fortaleza, fundamental en el territorio que con el tiempo se conocería como Marca Media de Al-Andalus. El asentamiento, constituido en torno a la mencionada fortaleza militar, utilizó como foso el río Henares y como muro defensivo el cerro del Ecce Homo, cerca de la actual ermita del Val. Sus orígenes se remontan a mediados del siglo IX, apareciendo como «Hisn» o pequeña fortaleza defensiva que, hacia el siglo X, aparecerá en diferentes crónicas, con una cada vez mayor importancia, con el nombre de «Qal’ at’ abd al Salam» (castillo de al Salam).
Durante la dominación musulmana no hay constancia explícita de la existencia de un núcleo mozárabe junto al lugar del martirio de los Santos Niños, aunque se podría suponer la tolerancia hacia un asentamiento cristiano en la zona . Con todo, la presencia de obispos complutenses en los concilios de Toledo certifica que musulmanes y cristianos convivieron alrededor del castillo, junto al río Henares.
Por otro lado, hacia el año 853 es martirizado en Córdoba el complutense san Félix de Alcalá, cristiano martirizado por provocar a Abd al-Rahmán II y que hay que situar en el contexto de los martirios provocados de la época. Este hecho vuelve a demostrar la existencia de mozárabes en las tierras complutenses durante este período.
Es en este periodo cuando salen de Alcalá dos tesoros de signo muy distinto. En primer lugar, hacia el año 748, los cristianos, para evitar la profanación de los restos de los Santos Niños Justo y Pastor, trasladan sus reliquias fuera del dominio islámico al otro lado de los Pirineos. Con el tiempo, estas reliquias serán llevadas al pueblo de San Ubez de Nocito, en la sierra de Guara (Huesca), de donde serán trasladadas a la iglesia de San Pedro el Viejo en Huesca. Una parte de estos restos regresarán a la Iglesia Magistral de Alcalá el 7 de marzo de 1568, gracias a la influencia y presión del rey Felipe II.
En cuanto al segundo tesoro, tanto su existencia como lo acontecido en torno a su salida de Alcalá forma parte de lo legendario. Las crónicas musulmanas hablan del hallazgo en estas tierras por parte de las tropas de Tariq y Muza de la Mesa del rey Salomón, tesoro de la antigüedad del que se decía que tenía 365 patas y estaba decorada con piedras preciosas, perlas y corales. Se cuenta que este tesoro de ebanistería y joyería fue llevado por los musulmanes a Damasco. El hecho de que uno de nuestros cerros reciba el nombre de monte de Zulema, que se interpretaría como «montaña del rey Salomón», parece demostrar que esta famosa mesa se encontró en la antigua Complutum. Esta popular leyenda se trasmitió de generación en generación entre el pueblo de Alcalá. Cervantes la conoció e hizo referencia a ella en El Quijote: «cabalgaba aquel famoso moro Muzaraque, que aún hasta ahora yace encantado en la gran cuesta Zulema, que dista poco de la gran Compluto».
El principio del fin del dominio musulmán comienza en el año 1085. Tras la conclusión del llamado «Pacto de Cuenca», es tomada por los cristianos la ciudad de Toledo y muy posiblemente también Alcalá pase a manos del rey de Castilla Alfonso VI. A finales de la centuria, el castillo vuelve a ser musulmán. Los almorávides se hacen fuertes en su fortaleza del Henares, transformándose, a principios del siglo XII, en una incómoda isla musulmana en los reinos de Alfonso VII. Años más tarde, el primer arzobispo de Toledo, Bernardo de Sedirac, llevará sus tropas frente al castillo musulmán. La conquista cristiana se produce tras repetirse uno de los típicos ejemplos de milagro de la época: la aparición de una cruz, el día tres de mayo de 1118, en el cerro conocido con el nombre de Malvecino, lo que hace huir despavoridos a los infieles, abandonando por pasadizos secretos la fortaleza. Con esta fecha se da fin a cuatro siglos de dominio musulmán, pero no significó el final del Islam en Alcalá.
La nueva villa cristiana les acogerá como artesanos y en oficios diversos mientras dure la Edad Media y su personalidad se plasmará en un arte singular, el mudéjar.
EL CASTILLO DE ALCALÁ LA VIEJA
Próxima a la ermita del Val, al otro lado del río Henares, se mantiene erguida la torre albarrana del antiguo castillo musulmán. A su alrededor, los restos del resto de torreones defensivos, ocho en total, que formaban en su conjunto una fortaleza triangular de unas dos hectáreas. En el interior, aún podemos encontrar vestigios de los silos y un aljibe de planta rectangular, cubierto con una bóveda de cañón reforzada con arcos fajones de medio punto, en buen estado de conservación. Es muy probable que en el subsuelo existan galerías defensivas por las que los musulmanes podían abandonar el castillo o recoger agua en el río Henares.
La población civil islámica y mozárabe se asentaba en dos arrabales construidos con edificaciones de tierra o tapial; uno castillo arriba y otro, más amplio, al otro lado del barranco, frente a la torre albarrana. Al final de este segundo estuvo, con toda probabilidad, el cementerio. Pavón Maldonado describe el conjunto como «el yacimiento islámico más importante entre Madrid y Medinaceli».
El origen de la fortaleza hay que datarlo entre los siglos IX y X, probablemente bajo el emirato de Abd al-Rahman II. Como ya comentábamos al hablar del período musulmán, empieza a aparecer en las crónicas como «Hisn» y más tarde como «Qal’at abd al-Salam». Los arzobispos de Toledo la tomaron en el año 1118, utilizándola como bastión defensivo. Poco a poco, se va deshabitando a favor del burgo de San Justo, junto al lugar del martirio de los Santos Niños. El arzobispo Tenorio la reconstruye utilizando piedras de Complutum. En el año 1476, el arzobispo Carrillo de Acuña se ve obligado a entregar la fortaleza a los Reyes Católicos, pasando desde entonces a ser dominio de la Corona. En 1497, sabemos de la existencia de un alcaide y, según el grabado de Van de Wyngaerde (1565), aún aparece cerca un pequeño poblado. Antonio Ponz, en 1787, lo describe como un castillo casi arruinado. Tras la desamortización de Mendizábal, se derriban tres torres, en 1838, para construir la casa del barquero. Pero el castillo permanecerá en nuestra memoria literaria en obras como El Molino de Guadalajara, escrita por José Zorrilla en 1843 y parte de cuya acción se desarrolla en la fortaleza alcalaína durante los lejanos tiempos de Pedro I el Cruel.
BIBLIOGRAFÍA ALCALÁ MUSULMANA Y EDAD MEDIA CRISTIANA
– PAVÓN MALDONADO, Basilio: Alcalá de Henares Medieval. Arte islámico y mudéjar. Madrid, Asociación Cultural Henares, 1982.
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