Alcalá de Henares, centro político medieval
«Alcalá de Henares, centro político medieval» quiere mostrar algunos de los acontecimientos que convirtieron a la antigua villa arzobispal en protagonista de la historia de España.
La muerte de Juan I de Castilla
La estancia en Alcalá de Henares de los reyes castellanos fue constante, como es el caso de Juan I. El castillo palacio de los arzobispos de Toledo era una residencia la suficientemente suntuosa como para ser repetidamente elegida por la corona como escenario de reuniones, acuerdos o estancias por diferentes motivos. En el caso de Juan I, tratando de demostrar sus habilidades ante mercedarios farfanes del norte de África tuvo un grave percance junto a la Puerta de Burgos: intentando lucirse como jinete cayó del caballo, con la trágica consecuencia de su muerte y la consiguiente creación de un importante vacío de poder. El arzobispo de Toledo Pedro Tenorio ocultó la situación hasta poder restablecer la sucesión dinástica en Enrique III, que cuando ocurrió el trágico suceso sólo tenía 11 años.
El Tratado de Alcalá
Otras visitas reales tuvieron objetivos puramente de orden político. En el año 1309, Fernando IV, rey de Castilla, y Jaime II, rey de Aragón, se reunieron en la villa medieval para repartirse la reconquista de Al-Andalus, en el que es conocido por los historiadores como «Tratado de Alcalá».
El Ordenamiento de Alcalá
Tras la muerte del arzobispo de Toledo Jimeno de Luna (1328-1338) en Alcalá de Henares, su sucesor y sobrino, el arzobispo Gil Álvarez de Albornoz (1338-1350), consiguió que rey Alfonso XI celebrara Cortes Generales de Castilla en Alcalá en el año 1348. De este trascendental encuentro saldrá el «Ordenamiento de Alcalá», uno de los pilares de la justicia de Castilla. Este conjunto de leyes estableció el orden de relación de fuentes del derecho, dando entrada oficialmente a las Partidas de Alfonso X (1256-1265) como base del derecho oficial.
Dadas las limitaciones que introdujo en la aplicación de los fueros municipales y gracias a su carácter conciso, breve y técnico, puede decirse que a partir de la entrada en vigor de este ordenamiento, las Partidas consiguieron adaptarse y adquirir vigencia oficial hasta la promulgación del Código Civil (1889), aunque, de hecho, aún hoy sigan teniendo valor legal, siempre que no entren en conflicto con leyes posteriores. Con este acontecimiento, Gil Álvarez de Albornoz consiguió otorgar a la villa medieval de Alcalá de Henares un gran protagonismo como centro político y administrativo de primer orden en la Castilla de la época.