A Pablo de la Torriente de Miguel Hernández, en Alcalá de Henares
A Pablo de la Torriente de Miguel Hernández, en Alcalá de Henares
Un encuentro que dejó huella en uno de los grandes escritores españoles del siglo XX. Miguel Hernández estaba en Alcalá de Henares. En 1936 tenía 25 años, había que ayudar a la República y quiso entrar como voluntario en el 5º Regimiento de Zapadores Minadores. Primero, la instrucción militar en Cubas de la Sagra, después, el destacamento militar de Alcalá de Henares que estaba a las órdenes de Valentín González, el Campesino, una de las figuras más importantes del partido comunista. La ciudad era fundamental para la defensa de Madrid, los antiguos cuarteles del Príncipe y de Lepanto servían de base de operaciones contra las tropas sublevadas. Y seguro que fue allí donde se encontró con Pablo de la Torriente.
Pablo fue escritor y periodista y aunque nació en San Juan de Puerto Rico, se le considera una de las grandes figuras de la literatura cubana del siglo XX. De pequeño vivió en España, Puerto Rico y, ya de manera definitiva, en Cuba. Con 35 años, al poco de comenzar la guerra civil de 1936, llegó a España como corresponsal. Sus magníficas crónicas periodísticas supieron plasmar la dura realidad del conflicto, convirtiéndose en testigo del drama que desgarró a nuestro país desde el punto de vita humano, social e intelectual. En noviembre de 1936 fue nombrado comisario de guerra y miembro del Estado Mayor en la 7ª División.
El 28 de noviembre se encontraron Pablo y Miguel en Alcalá de Henares. Enseguida conectaron. Pablo: «allí descubrí a un poeta en el batallón, Miguel Hernández, un muchacho considerado como uno de los mejores poetas españoles, que estaba en el cuerpo de Zapadores, le nombré Jefe del Departamento de Cultura…» Miguel: «Pablo me ofreció hacerme comisario, y le habló en este sentido a Valentín González “El Campesino”, que le quería entrañablemente…»
El Batallón de los Talentos, como era llamado el grupo al que pertenecían Miguel y Pablo, fue enviado al frente en varias ocasiones. En Majadahonda, el 19 de diciembre de 1936, murió Pablo de la Torriente. Sus restos fueron localizados en 2018 en el Cementerio de Montjuic, en Barcelona, y llevados a Cuba.
Miguel le dedicó a Pablo esta elegía:
A Pablo de la Torriente, comisario político
«Me quedaré en España, compañero»,
me dijiste con gesto enamorado.
Y al fin sin tu edificio trotante de guerrero
en la hierba de España te has quedado.
Nadie llora a tu lado:
desde el soldado al duro comandante,
todos te ven, te cercan y te atienden
con ojos de granito amenazante,
con cejas incendiadas que todo el cielo encienden.
Valentín el volcán, que si llora algún día
será con unas lágrimas de hierro,
se viste emocionado de alegría
para robustecer el río de tu entierro.
Como el yunque que pierde su martillo,
Manuel Moral se calla
colérico y sencillo.
Y hay muchos capitanes y muchos comisarios
quitándote pedazos de metralla,
poniéndote trofeos funerarios.
Ya no hablarás de vivos y de muertos,
ya disfrutas la muerte del héroe, ya la vida
que no te verá en las calles ni en los puertos
pasar como una ráfaga garrida.
Pablo de la Torriente,
has quedado en España
y en mi alma caído:
nunca se pondrá el sol sobre tu frente,
heredará tu altura la montaña
y tu valor el toro del bramido.
De una forma vestida de preclara
has perdido las plumas y los besos,
con el sol español puesto en la cara
y el de Cuba en los huesos.
Pasad ante el cubano generoso,
hombres de su Brigada,
con el fusil furioso,
las botas iracundas y la mano crispada.
Miradlo sonriendo a los terrones
y exigiendo venganza bajo sus dientes mudos
a nuestros más floridos batallones
y a sus varones como rayos rudos.
Ante Pablo los días se abstienen ya y no andan.
No temáis que se extinga su sangre sin objeto,
porque éste es de los muertos que crecen y se agrandan
aunque el tiempo devaste su gigante esqueleto.