Salvador de Madariaga y su apuesta por Alcalá de Henares
Salvador de Madariaga y su apuesta por Alcalá de Henares
En 1968 comenzó a impartir clases la Universidad Autónoma de Madrid en Cantoblanco. Para muchos alcalaínos de la época, al menos para los más comprometidos con la historia universitaria de la ciudad, fue una noticia dolorosa, una oportunidad perdida de recuperar los estudios universitarios para Alcalá de Henares.
Como decía, una mala noticia que resultó para muchos incomprensible. Alcalá de Henares contaba con un gran pasado universitario, con importantes infraestructuras, muchas de ellas históricas, que se podían restaurar y, además, la ciudad se merecía, tras el doloroso traslado a Madrid de 1836, recuperar su carácter universitario.
También es verdad que podría haberse vivido como un capricho propio de la nostalgia por el pasado de algunos complutenses, pero había algo más en aquella reivindicación ante la que el gobierno de la época quiso hacer oídos sordos. Una prueba de ello la tenemos en cómo tomó partido por Alcalá de Henares Salvador de Madariaga.
Antiguo ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes y Justicia en 1934, durante la Segunda República, Madariaga fue un político liberal, diplomático, crítico literario, novelista, poeta, ensayista y uno de los investigadores de referencia de la historia de España. Nació en La Coruña en 1886 y murió en Locarno (Suiza) en 1978. Sólo volvió a España tras la muerte de Franco, aunque su prestigio fue tan grande que llegó a ser nombrado estando en el exilio miembro de la Real Academia Española y de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.
Desde su exilio en Inglaterra se quejó de que no fuera Alcalá de Henares el lugar elegido para albergar la nueva universidad de Madrid. Escribió varios artículos, algunos en el diario ABC, como el que se reproduce a continuación:
Atentamente, Salvador de Madariaga». (ABC, página 29, 3 de julio de 1968).
Pero no se limitó a escribir artículos a favor de Alcalá de Henares, también escribió sus «Coplas de alcalaínos», que se popularizaron gracias a su difusión en ABC:
Que a Cisneros y a Cervantes
quitan lo que dieron antes,
Albalá contra albalá.
¿Por qué se deja Alcalá?
Que a Cervantes y a Cisneros
por hectáreas o dineros,
El Goloso vencer ha,
¿por qué se deja Alcalá?
Que sería vergonzoso
que venciera ese goloso
en lucha en que tanto va,
¿por qué se deja Alcalá?
Que si en la villa del oso
se ha escondido ese goloso,
el Buscón lo encontrará,
¿por qué se deja Alcalá?
Si las razones que da
para los alcalaínos
son coplas de Calaínos,
¿por qué se deja Alcalá?
Y si la Universidad,
en vez de una disciplina,
va a ser una golosina,
¿por qué se deja Alcalá?
Y pues Alcalá se deja
cuando en ello tanto va,
sobre qué Alcalá se queja?
Mal se queja quien se deja,
¿por qué se queja Alcalá?
El caso es que la Autónoma no vino a Alcalá de Henares, pero, por suerte no hubo que esperar demasiado para que la ciudad recuperara su carácter universitario: en 1977 se fundó o, si quieren, se refundó, la nueva Universidad de Alcalá.