El silo de Alcalá de Henares, patrimonio arquitectónico del siglo XX
El silo de Alcalá de Henares, patrimonio arquitectónico del siglo XX
En 1944, el Ministerio de Agricultura convocó el primer concurso sobre proyectos de silos cuyo objetivo era ser la base de la organización de una Red Nacional de Silos que sirviera de soporte al mercado nacional del trigo. Los ingenieros agrónomos dependientes del Servicio Nacional del Trigo (creado en agosto de 1937) desarrollaron diferentes proyectos que introdujeron en España avanzadas e innovaciones técnicas, además de nuevos conceptos en cuanto a diseño y materiales de construcción.
Estas construcciones llegaron a ser unas de las más importantes aportaciones españolas desarrolladas en el ámbito de la ingeniería civil. Su objetivo fue económico y estratégico para el Estado nacido tras la guerra civil, concibiéndose como la materialización de los planes que buscaban el aumento de la producción de trigo y el suministro de pan para controlar las grandes hambrunas de postguerra. Para alcanzar este objetivo era necesario modernizar las infraestructuras, es decir, crear lugares de almacenamiento del cereal con suficiente capacidad y medios técnicos y que, además, se situaran estratégicamente junto a importantes nudos de comunicaciones o líneas de ferrocarril. Este es el caso del silo de Alcalá de Henares. Situado junto a la estación de ferrocarril, fue de los primeros que comenzaron a funcionar, en 1949, junto a los de Valladolid y Villada (Palencia).
Aunque no hubo una inauguración oficial hasta 1951, cuando se presentó el gran silo de Córdoba (en un acto absolutamente propagandístico), el de Alcalá de Henares fue el primero en funcionar casi a modo de laboratorio de pruebas. En el edificio se fueron contemplando las innovaciones técnicas en cuanto a materiales de construcción (cemento, hierro…) y maquinaria. Con un altura de 28 metros y una capacidad de entre 18.000 y 36.000 quintales (un quintal métrico equivalía a 100 kg.), contaba, entre otros, con modernos sistemas de ventilación y gasificación. Era, además, un silo de transito, desde el que era fácil y ágil efectuar transvases de cereal hacia diferentes destinos.
Estos silos fueron casi un milagro nacido de la capacidad de ingenieros agrónomos como José María de Soroa y Plana, Leandro de Haro y Moreno y José Real Crespo que, casi sin ningún tipo de medios, con poca formación previa y con el asesoramiento de técnicos alemanes, supieron crear unas infraestructuras absolutamente necesarias para la economía del país. Durante el periodo en el que se mantuvo activo el Servicio Nacional del Trigo se establecieron un total de 667 silos verticales.
En Alcalá de Henares se conserva esta gran obra representante de la arquitectura y de la ingeniería civil de mediados del silo XX, que forma parte del rico y variado patrimonio histórico que debemos conservar.