Un detalle curioso en la Catedral Magistral
Un detalle curioso en la Catedral Magistral es un pequeño artículo que escribió Francisco Javier García Gutiérrez para una guía de la Catedral Magistral de Alcalá de Henares que hicimos hace años con el obispado de la ciudad. El traer aquí este artículo quiere ser un pequeño homenaje a un hombre que fue fundamental como historiador y maestro de generaciones de investigadores y apasionados de la historia de Alcalá, descubierta en muchos casos gracias a él.
Francisco Javier García Gutiérrez
En todo templo que visitamos se nos suele mostrar alguna curiosidad: la piedra de menor tamaño, el lugar donde un personaje puso los pies o alguna otra singularidad.
En el templo complutense nos pasa a todos desapercibido un pequeño medallón, rehundido, de catorce centímetros de alto por trece de ancho, que está en el primer pilar de la izquierda, según entramos por la puerta principal. Lo protege la reja-cancela, una de las que se salvaron de la barbarie.
Lo presento como una pequeña obra de arte, una bella escultura y un “leit-motiv” mucho más interesante que los pintorescos citados. Es una cabeza de Cristo, de un Cristo muy siriaco, tanto que, incluso la barba es puntiaguda y el pelo caído sobre el cuello en su parte posterior y comienzo de la espalda, donde se riza más abundantemente, de modo que llega a recordar los perfiles de los arqueros aqueménidas de los palacios persas.
Bajo una ceja muy arqueada se ve una mirada penetrante. La frente es amplia y en el centro del cráneo puede verse una “diadema” que podría indicar la aureola de santidad. La nariz tiende a ser prominente y ligeramente curvada, que podemos tomar como fidelidad del desconocido autor al origen israelita de Jesús. La boca avanza con resolución en un gesto de elocuencia, quizá para darnos idea de que está hablando. Esa resolución se muestra también en el tendón tenso del cuello y en la pronunciada nuez o bocado de Adán.
Opino que, por su factura, es algo posterior a la erección del templo, más tardía, por supuesto, que la portada de Antón y Enrique Egas, posterior a las pilastras y arcos de la que es hoy capilla de la Virgen del Val.
Aparte las segundas intenciones de todo artista, cabe pensar que, por la posición y el lugar, más la cruz rehundida también que aparece debajo y el JHS que sobre el pequeño tondo campea, indique que allí se situaba una pila para que los fieles pudiesen tomar agua bendita.
Ojalá por estar semioculta se siga salvando como, pese a los terribles avatares, ha ocurrido hasta hoy.