Luis de Oviedo y Bernardo de Sandoval y Rojas, Alcalá de Henares
Luis de Oviedo y Bernardo de Sandoval y Rojas, Alcalá de Henares
En latín y en castellano, así rezan las laudas sepulcrales de la capilla donde fue enterrado un influyente personaje que alcanzó a tener cierta relevancia en las singulares cortes de los reyes Felipe III y Felipe IV. Se trata de Luis González de Oviedo (o Luis de Oviedo), que además contó con la total confianza del arzobispo de Toledo y cardenal, don Bernaldo de Sandoval y Rojas:
«D.O.M. / Aquí yaze Luis González de Oviedo, del consejo de sus majestades católicas D. Fhelipe III y IIII. M.SS. i su secretario, camarero, contador maior i testamentario de el eminentissimo Señor D. Bernardo de Sandoval i Roxas Arzobispo que fue de Toledo, fundador de este ynsigne conbento. Dexole privativamente al cuidado de su fábrica a que assistió desde su primer fundamento hasta el fin. En remuneración deste i otros muchos servicios suios i de su padre le hizo maiordomo de la propiedad i dominio desta Capilla. En cuio reconocimiento con singular piedad i amor fundó en ella tres patronazgos con trescientos cinquenta ducados de renta perpetua i carga de doze missas cada semana en este altar. / R.IN.P»
Su capilla, con cripta funeraria, laudas y escudos familiares de Luis de Oviedo, se dedicó a la Ascensión de Cristo. Cuenta con un bello lienzo de Ángelo Nardi, donde aparece mirando hacia el espectador el propio pintor.
Pocos años antes de morir el 7 de diciembre de 1618, Sandoval y Rojas quiso premiar la fidelidad de Luis de Oviedo. Supongo que fue una de las tantas dádivas que ideó para asegurar, casi al final de su vida, el futuro económico y el bienestar de su fiel servidor. En 1616, le concedió una canonjía en la catedral de Toledo. Pero el poderoso cabildo catedralicio se negó y provocó un intenso enfrentamiento con el propio arzobispo. Curioso pleito que llegó al tribunal de la Rota de Roma, fallando a favor de Luis de Oviedo, aunque, debido a fuertes e interesadas presiones (sobre todo del cardenal Antonio Zapata) el papa acabó por anular el nombramiento. Una de las justificaciones tuvo que ver con la limpieza de sangre, aunque el trasfondo era mucho más complejo.
El enfado del arzobispo Sandoval y Roas tuvo que ser mayúsculo. El historiador Luis Cabrera de Córdoba, en su «Relación de las cosas sucedidas en la corte de España desde 1599 a 1614» dice lo siguiente: «Hase retirado en Alcalá el cardenal de Toledo por el sentimiento que ha tenido de haber mandado su Santidad no pudiese residir en la iglesia de Toledo Luis de Oviedo, criado suyo, a quien había dado canonicato, y otro racionero y capellán que asimesmo había proveido, porque no convenían en ellos las cualidades del estatuto y habiéndolos habilitado la Rota de Roma y estando en pacífica posesión, a instancias del cabildo, su Santidad les ha mandado sacar de ella, con que puedan gozar de la renta de las prebendas en sus casas. El cabildo a fundado un óbito perpetuo en aquella iglesia al cardenal Zapata, por haber enviado despacho de su Santidad, de protector de España y como a bienhechor de aquella iglesia, en señal de agradecimiento».
Don Bernado de Sandoval y Rojas fundó el monasterio de monjas cistercienses de san Bernardo de Alcalá de Henares en 1613. Las obras comenzaron en 1617 y fueron encargadas a Juan Gómez de Mora, que convirtió el conjunto monástico en uno de los más bellos y suntuosos ejemplos de la primera arquitectura barroca en España. Luis de Oviedo fue el albacea testamentario de Sandoval y Rojas, encargándose de la finalización del monasterio y de todo lo necesario para que se cumplieran sus constituciones y comenzara la vida de clausura.