Cantárida, remedios de otros tiempos en la botica del Hospital de Antezana
Los consejeros del rey Fernando lo sabían, todos lo sabían y de alguna manera era fácil anticiparse a lo que podía pasar. Esas hierbas a base de cantárida que la reina Germana de Foix le hacía tomar continuamente buscaban un objetivo que transcendía lo puramente biológico. Había que aumentar la potencia sexual del rey buscando que ella le pudiera dar un heredero, que llegaría a ser rey de Aragón y de Nápoles. Sobrina del rey de Francia, era un objetivo que deseaba a toda costa, se trataba de evitar la unión dinástica de Castilla y Aragón.
El rey, de 53 años, la reina, con tan sólo 17 y llena de vida, unido todo ello a la “razón de estado”. Pero pasaba el tiempo, diez largos años, y los hijos no venían. Había que intentarlo todo, incluyendo el uso de remedios poco seguros, pero a los que había que agarrarse como a un clavo ardiendo. Ambos tomaron la decisión de usar cualquier remedio que posibilitara un embarazo. Fernando de Aragón murió el 23 enero de 1516 sin conseguir su objetivo.
El polvo de cantárida se podía tomar mezclado con hierbas y tenía fama de provocar erecciones con cierta facilidad, pero a la larga, y si se abusaba de su ingestión, también podía producir graves problemas médicos e incluso provocar la muerte. Entre ellos, enfermedades del riñón, edemas, y dolores. Sin una seguridad total, sin poder contrastarlo científicamente, pero es probable que el polvo de cantárida ayudara al deterioro físico de un hombre que, por otra parte, murió con casi 64 años.
La cantárida es un coleóptero, no una mosca, es decir, un pequeño escarabajo, cuyo nombre científico es Lytta vesicatoria, que avisa de su toxicidad gracias a los colores brillantes (verdes, dorados…) de su cuerpo. Se trata de no ser devorado, de defenderse. El aviso tiene que ver con la cantaridina, una sustancia química que segrega el insecto y que es tóxica, aunque a lo largo de la historia también se le hayan atribuido propiedades medicinales y afrodisiacas.
En Grecia ya se usó como vesicante, es decir, los médicos creaban ungüentos a base de polvo de cantárida con el objetivo de provocar ampollas en la piel, que al reventar hacían supurar los fluidos causantes supuestamente de la enfermedad. Las cantáridas se capturaban, se secaban y trituraban con el objetivo de conseguir un polvo brillante y de mal olor. Su uso se propagó y adquirió fama como remedio contra la lepra o el herpes y, por vía oral, para tratar enfermedades del riñón y genitales, debido a su comprobado efecto vasodilatador. Y precisamente gracias a este efecto, ya desde tiempos de Hipócrates se empezó a usar como afrodisiaco.
El problema nació por su alta toxicidad, provocando hidropesía o edemas en el riñón, entre otras cosas, lo que acababa causando muchas muertes, sobre todo la de aquellos que buscaban aliviar sus males de carácter sexual.
En España es normal encontrar al insecto alimentándose entre la retama negra o escoba rubia, planta bastante común en la Península Ibérica.
El Museo de la Medicina del Siglo de Oro del Hospital de Antezana conserva una bella orza de farmacia del siglo XVIII, donde se almacenaba polvo de cantárida. Junto a ella, podemos observar un ejemplar disecado de este famoso insecto.
Cantárida, remedios de otros tiempos en la botica del Hospital de Antezana
Descubre el Museo de la Medicina del Siglo de Oro, Hospital de Antezana: museo
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