María de Orozco y Luján y la necesidad de sobrevivir
María de Orozco y Luján y la necesidad de sobrevivir
Seguro que fue un ser humano atormentado, una mujer dura, férrea, de intransigentes certezas, de una necesaria transcendencia que la transportara a un soñado mundo mejor. Enferma (puede que naciera con malformaciones o que sufriera algún problema de tipo genético), maltratada, buscó el recurso de la religión, de la mística, de los sueños para soportar una vida que tuvo que ser en gran parte insoportable.
En Alcalá de Henares, llegó a vivir en la actual calle Nueva (no tenía salida a la calle de Santiagos, era un corral con entrada desde un adarve de la calle Mayor). Había nacido en Guadalajara en 1635 en el seno de un importante y noble familia. Una infancia puede que cruel, con maltratos, buscando esconderse y ser escondida ante una sociedad que no la iba a aceptar. Y para buscar su lugar en aquel mundo, buscó el camino de la religión.
Un diccionario religioso del siglo XIX nos dice de ella:
«Fue hija de doña de don Pedro de 0rozco y Luján y de doña Petronila de Acevedo, vecinos de Guadalajara, donde nació el 21 de noviembre de 1635. Siendo de pocos años, entró en el convento de Jerónimas de Medinaceli, del cual parece que la despidieron. Después tomó el hábito en el de carmelitas descalzas de Guadalajara, y a causa de vivir continuamente en un mundo sobrenatural de visiones y éxtasis, no fue admitida a la profesión. Retirose con harta pena a la ciudad de Alcalá, y allí se hizo beata profesa del Carmen.
Si esta mujer, que s¡empre vivió, según ella pretendía, en comunicación con los ángeles y con todos los santos, debe ser considerara como ilusa o como embaucadora, es cosa difícil de resolver. Murió a 31 Julio de 1709.
Fr. Gabriel de San José ,que debía de estar muy desocupado, escribió un grueso tomo de apuntes referidos a la vida de doña María de Orozco durante los años 1672 a 1690; día por día iba anotando las cosas más insignificantes que hacía la biografiada, como oír misa, etc.
Los continuó Fr. Mateo de Jesús María en este libro: «Apuntamientos primeros que Fr, Gabriel de San José hizo de la vida de la señora doña María de Orozco y Luján, y empezados a proseguir por Fr. Matheo de Jesús María que le sucedió, desde el año 1690 en el que murió, en el gobierno desta gran sierva de Dios hasta que le fue a gozar el años de 1709.»
Puede verse también la «Oración funebre en las honras del Doctor don Francisco Bravo y Tamargo, Maestre Escuela de la Santa Iglesia Magistral de la Universidad de Alcalá. Díxola el padre Presentado Fray Esteban Rodríguez, Prior de dicho convento. En Alcalá, por Joseph Espartosa, año de 1722…»
Su vida se adornó de hechos milagrosos, de episodios místicos, de desequilibrios y de desenfrenos psicológicos y emocionales: visiones de Dios y del diablo, llagas, extremas penitencias (dicen que se comía excrementos de gato), flagelaciones, estigmas en manos y pies, éxtasis, trasmutaciones, contactos con los muertos, autolesiones.
Llegó a contar, como otras de parecido carácter místico, con cierta influencia como consejera en la Corte ante los reyes Felipe IV y Carlos II. Una situación muy normal en un momento histórico en el que el ejercicio de gobernar tenía más de milagro que de racionalidad.
En su siglo, adquirió cierta fama, hasta el punto de iniciarse un proceso de elevación a los altares que se quedó en el grado de «venerable».
Una mujer compleja, seguro que luchadora, volcada en una exagerada visión de lo espiritual y de la vida. Fue enterrada junto a la iglesia del colegio convento de carmelitas descalzos de San Cirilo de Alcalá de Henares (actual teatro universitario La Galera). Se dice que se escuchan voces y fuertes golpes donde estuvo o está su sepultura.