LA NATURALEZA EN ALCALÁ DE HENARES
La Naturaleza en Alcalá de Henares forma parte indispensable de su carácter y de su patrimonio. La ciudad se sitúa en la cuenca del Tajo y sus tierras son regadas por el río Henares y sus afluentes el Torote y el Camarmilla, creando un fértil valle. En otro tiempo, el paisaje del Henares estuvo poblado por olmos y encinas. El hombre, tras siglos de explotación, lo ha transformado, dándonos la sensación de encontrarnos ante un campo empobrecido. Lo cierto es que la vida natural sigue conviviendo entre nosotros y su diversidad es mucho más amplia de lo que pudiéramos pensar en un primer momento. Valga como ejemplo que el Atlas de Aves Nidificantes de Madrid da a la zona más de 100 especies que anidan junto a nosotros, lo que supone que el 80% de las especies de aves madrileñas cría en las proximidades de Alcalá de Henares. Además, tenemos constancia de la observación de más de 200 especies de vertebrados en nuestros campos. Esta riqueza faunística se distribuye en los siguientes tipos de paisaje: ribera, cerros, vega, páramo y medio urbano. A continuación vamos a analizarlos detenidamente:
Ribera
En nuestro río nada el barbo común (Barbus bocagei), el cacho (Leuciscus pyrenaicus) y calandino (Tropidophoxinellus alburnoides), especies autóctonas a las que se han incorporado la carpa (Cyprinus carpio), el pez rojo (Carassius auratus), la gambusia (Gambusia holbrooki), el pez gato (Ictalurus melas) y el pez sol (Lepomis gibbosus), especies foráneas introducidas en nuestro ecosistema. Las orillas se ven acompañadas de álamos blancos (Populus alba), chopos (Populus nigra), tarays (Tamarix s.s.p) y salpicada de fresnos (Fraximus angustifolia). Junto a los carrizos, podemos ver al pájaro moscón (Remiz pendulinus), reciente colonizador, y en las orillas no es difícil encontrar al zampullín chico (Tachybaptus ruficollis) y al ánade real (Anas platyrhynchos). La paloma zurita (Columba oenas) y su cazador, el halcón, también pueden ser vistos por el naturalista. Los mayores peligros para el entorno ribereño son los vertidos industriales y las talas abusivas. Además, nuestros ríos han perdido sus crecidas, transformándose en meros canales debido a la regulación del caudal de sus aguas; sin embargo, su conservación es necesaria como bellos caminos de vida.
Cerros
Casi pelados o repoblados de pinos (Pinus halepensis), son el resultado geológico del desplazamiento del Henares hacia el sur. En sus laderas abunda el conejo (Oryctolagus cuniculus) y la perdiz roja (Alectoris rufa). Algunos inviernos se puede llegar a ver a la lechuza campestre (Asio flammeus) y tampoco es excepcional que jóvenes de águila imperial (Aquila adalberti) en dispersión planeen esta zona en busca de conejos. Con la intención de preservar y repoblar este entorno, se ha creado el Parque Municipal de los Cerros. Tras recorrerlo, podemos llegar al castillo musulmán, enlazando un paseo que mezcla naturaleza con historia.
Vega y Páramos
Actualmente tierra de cultivo, es uno de los paisajes más típicos del centro peninsular y quizá uno de los menos valorados, siendo un hábitat excepcional dentro de la Comunidad Europea. Entre los barbechos viven nuestras aves esteparias, destacando la avutarda (Otis tarda), sisones (Tetrax tetrax), alcaravanes (Burhinus oedicnemus), aguiluchos cenizos (Circus pygargus) y aguiluchos pálidos (Circus cyaneus).
Atraviesa este paisaje la Cañada Real Galiana, antiguo camino de trashumancia de merinas desde la Rioja y Soria hasta los pastos de invierno en Extremadura. La Galiana a nuestro paso une dos ramales; uno que baja desde Meco y otro desde Ribatejada, yendo a parar ambos a Ajalvir.
Recorriendo los barbechos los aficionados a la ornitología pueden ver la que consideramos la reina de nuestra naturaleza salvaje, la avutarda. El macho de esta ave sedentaria puede llegar a pesar más de 16 kilogramos, doblando generalmente en peso a sus compañeras y luciendo un plumaje nupcial mucho más majestuoso. La avutarda es el ave más grande de Europa y su elevado peso la convierte, a su vez, en la voladora más grande del mundo. Su observación es difícil debido a su conducta esquiva, no olvidemos su nombre científico «Otis tarda”, que significa «el que tarda en salir volando». Esto se debe a su gran corpulencia, motivo que la obliga a despegar antes de la proximidad del posible depredador. Para su observación, además de respeto a la especie, es necesario el uso de prismáticos o preferiblemente de un buen telescopio. La contemplación se facilita al ser un ave que no huye de los vehículos, sobre todo de los de uso agrícola. El mayor peligro para la especie viene de la presión urbana, del aumento de los regadíos y de la aparición de nuevos caminos que pueden perjudicar la necesaria tranquilidad que necesitan estas aves
El Medio Urbano
Los ciudadanos conocemos poco de nuestra fauna urbana. Alcalá de Henares, ciudad monumental, se enriquece con pequeños animales que pueden sorprendernos en nuestros paseos culturales. No es difícil ver en las noches estivales a las salamanquesas (Tarentola mauritanica), que trepan en busca de insectos por las paredes de nuestros viejos e históricos edificios. También es cotidiano oír los chirridos de los vencejos (Apus apus) sobre la torre de la Magistral en las cálidas tardes de verano, aves especializadas en vivir en el aire, sólo posándose en la época de cría y llegando al extremo de dormir y copular mientras vuelan.
La ciudad de Alcalá de Henares llegó a tener un excepcional y sorprendente vecino: un meloncillo (Herpestes ichneumon), carnívoro escurridizo y propio de hábitats del cuadrante sur occidental de la Península. En la plaza de las Bernardas, sin justificación natural alguna, vivió hace años un ejemplar gracias a la alimentación y cuidados de los asiduos a este bello rincón alcalaíno. Esta mangosta fue capturada y entregada al G.R.E.F.A (Grupo para la Recuperación de la Fauna Autóctona) para su recuperación y liberación en un lugar más apropiado a sus características.
Sobre la Huerta del Obispo, junto al Palacio Arzobispal, se cierne, en época estival, la rapaz con más regresión de Europa, el cernícalo primilla (Falco naumanni). Este pequeño halcón insectívoro se ha visto diezmado por el uso desmesurado de insecticidas, afectándole también la restauración de edificios que no mantienen sus huecos de anidación.
Cigüeña blanca
Sin ninguna duda, el ave que más sorprende a nuestros visitantes es la cigüeña blanca (Ciconia ciconia). En los meses estivales, esta bella planeadora enriquece el encanto de nuestras torres y chapiteles. Antes de diciembre, y cada vez con más antelación, llegan los primeros machos buscando los mejores nidos. Con la llegada de las hembras, la ciudad escucha con agrado el popularmente conocido como «machacar el ajo», que los más entendidos llaman «crotoreo». Estamos en la época de la parada nupcial y los fríos días de febrero nos sorprenden con el trasiego de aves llevando palos al nido en los que todos los años se hacen pequeñas modificaciones. Marzo y abril son los meses de la puesta, que constará de entre uno y seis huevos. Aproximadamente, a los 33 días de incubación nacerán los pollos.
Hacia junio, nuestros jóvenes realizarán sus primeros vuelos y muchas tardes, ya casi calurosas, nos sorprenderá un atardecer en el que podremos ver como más de 250 cigüeñas buscan un lugar para dormir entre las iglesias de la ciudad. Hacia las fiestas de los Santos Niños (6 de agosto), empezarán a abandonarnos los más jóvenes, mientras que los padres comenzarán su largo y duro viaje a Africa próximas nuestras grandes ferias y fiestas, a finales de agosto, por San Bartolomé.
La dieta tradicional de la cigüeña se compone de ranas, ratones, insectos y algunos peces, aunque hoy en día su principal fuente alimenticia está en los vertederos, que se han convertido en espectaculares observatorios de aves y donde podemos ver desde grandes bandadas de milanos a gaviotas.
Alcalá de Henares goza de una colonia de cigüeña blanca en aumento desde el año 1988, la mayor de Madrid situada en un casco urbano, constituyendo las cigüeñas complutenses cerca del 10% de las existentes en nuestra Comunidad Autónoma. La causa más lógica de este aumento está en el respeto y la protección a las aves junto con la abundancia de comida en el vertedero. Los peligros que las acechan son los cables eléctricos y las obras en edificios cuando éstas coinciden con la época de cría.
Nos queda por señalar el Parque O’Donnell, típico jardín decimonónico nacido en el siglo XIX. En este agradable recinto podemos descansar, bajo un centenario piñonero, oyendo las aves tras un denso día cultural en Alcalá de Henares.
También los aficionados a las plantas tienen una cita inexcusable en el Campus Universitario. Allí está el magnífico Jardín Botánico de la Universidad de Alcalá de Henares. Y para terminar este capítulo sobre la vida en Alcalá, hay que mencionar la finca El Encín, centro de investigación puntero en estudios agrónonos, que se encuentra en la A-2 en dirección a Guadalajara.